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Nadie Sale Vivo de Aquí: La negativa de los estadounidenses a mirarse al espejo presagia nuestro pro
Publie le Martes 27 de febrero de 2007 par Open-PublishingNadie Sale Vivo de Aquí:
La negativa de los estadounidenses a mirarse al espejo presagia nuestro propio deceso.
Sinopsis: El escritor estadounidense Daniel Patrick Welch sostiene que no sólo los chiflados neoconservadores de Washington, sino también los aspectos arraigados de la cultura y la política de los Estados Unidos, y la creencia, de la mayoría de los estadounidenses, inquebrantable de nuestra propia nobleza , son lo que nos lleva hacia el capítulo más reciente de la guerra mundial.
por Daniel Patrick Welch
http://danielpwelch.com
traductores por favor visiten la página web para ofrecerse como voluntarios, y ¡podríamos usar lenguas africanas!
A menudo tengo el dudoso placer de escuchar a los liberales petulantes que se quejan de su "incomodidad" con respecto a lo que ellos se refieren como Cultura árabe. Existe un fenómeno asombroso entre los estadounidenses, tan convencidos de nuestra propia superioridad, que al mismo tiempo no sabemos nada del mundo que dominamos y encima totalmente indiferentes a nuestra propia historia, cultura y sociedad. La mierda nos está empezando a salpicar, amigos, no más pases libres para los liberales y los tan llamados "progresistas" que prefieren criticar culturas extranjeras o restringir su ira interna a la conspiración de la Casa Blanca.
No obstante los innumerables crímenes de guerra cometidos por los matones neoconservadores, su pequeña empresa no habría llegado a nada sin la completa complicidad, y sin dejar de mencionar la ventaja, de "los amigos del otro lado del pasillo", la otra mitad de la Fiesta Bélica norteamericana. Tampoco este momento glorioso e histórico de los Estados Unidos habría sido posible sin décadas de entrenamiento, de seleccionar a la clase trabajadora para el ingreso "voluntario" a las fuerzas armadas, a través de la militarización de cada rincón de la sociedad, desde los juguetes de los niños hasta los presupuestos mejorados en el Pentágono para nuestras universidades más importantes. Al pasearse por la sección "niños" de cualquier juguetería local, se verán desparramados bombarderos y tanques de plástico completos, hasta con misiles que se sacan y se ponen. Elija una remera camuflada rosa, cintas para el cabello, portalibros o cualquier otro producto que sirva para inculcar a nuestros niños la noción de que nuestros consabidos guerreros son fantásticos y modernos. Somos una cultura con ganas de pelear, aunque el término cultura se usa en forma flexible.
Por largo tiempo despreciados por el mundo debido a nuestra falta de cultura, es quizás común y corriente que nosotros facilitáramos el saqueo de algunos de los tesoros más antiguos de la civilización humana en Irak, o que instigáramos y secundáramos la desintegración a través de la guerra aérea de otra cultura mediterránea antigua en el Líbano. Por todo esto, los liberales harán un chasquido con la lengua, como desdén, al referirse a la manera en que los árabes tratan a sus mujeres que, quizá por "incomodidad", les impide detener el inminente holocausto en contra de Irán. Parece ser que la indecisión es una distracción favorita para la clase media de los Estados Unidos (no digas burguesía o eres comunista), que poseen la riqueza y el poder necesarios para provocar un cambio en la política estadounidense. "Usted no es nada", reprendió Víctor Jara una vez a la clase media chilena, "No es ni chicha ni limonada". En la cúspide de la historia, pudieron haber hecho algo para detener el reinado criminal de Pinochet. Pero estaban demasiado cómodos, demasiado temerosos, demasiado nerviosos.
Los árabes sobre los cuales estamos hablando son en realidad persas, pero dichas distinciones poco significan cuando se tarta de otras personas. ¿Cuántas mujeres musulmanas han sido asesinadas por bombas y balas estadounidenses e israelitas? ¿Cuántas mujeres y sus niños famélicos y atrapados en la pobreza por las políticas del Banco Mundial y el FMI respaldadas por los Estados Unidos? No importa: Los estadounidenses somos tan ciegos ante estas cifras como lo somos para la hambruna y la muerte de la cultura a nuestro alrededor. Nuestra gula nacional resulta ruinosa para nuestras propias vidas, para nuestros recursos naturales, y más aún para el planeta mismo. Aprobamos y tratamos de prosperar en una cultura que ha elevado la culpabilidad de la víctima a una sofisticación de la ciencia social, desde aquellos que lograron escapar a nuestro genocida fundador hasta los vestigios de nuestra población esclava importada. El tratamiento de los Estados Unidos hacia los inmigrantes, los obreros, las minorías, los niños, se encuentra, en términos regulares, entre los peores en el mundo "civilizado", del que tanto nos gusta alardear.
Y cuando el polvo del uranio de las bombas sobre Irán se disperse por el aire hacia el sur de Asia, ¿se lamentarán los liberales de las muertes evitables de las mujeres musulmanas, de las mujeres hindúes y de sus niños cuyo aire, agua y cuerpos estarán envenenados durante un siglo? Esta guerra ya comenzó: cualquier idiota puede verlo en el frenesí de la prensa ahora forzada a imponer sus ideas a los estadounidenses. Pero somos expertos en la búsqueda de culpables en otro lugar. Los "líderes" congresistas pontifican sobre Irak, cuatro años atrasados: la guerra en Irán comenzó cuando la filmación arreglada por una prensa arraigada sobre la caída de la estatua de Saddam tapó la cobertura de la verdadera guerra (la tortura como pornografía) de la "liberación" de Irak.
De hecho, la verdadera guerra se trata de todo lo que se encuentra en el menú de una cultura donde las propagandas de las noticias pegan fotos idénticas de "instalaciones nucleares sospechosas" en Irán y Corea del Norte. Qué lo hace diferente, cuando lo que pasa por el periodismo es casi exclusivamente un relleno para ocupar el espacio entre los avisos.
Y los cafishos de la guerra de "ambos lados del pasillo" se contentan con obligar a recitar retórica vacía que combine con la prensa en su fragor para no decir nada rápidamente. Cuando el partido gobernante no puede lograr un debate sobre una resolución no vinculante, es porque no lo están intentando, y peor aún, no quieren hacerlo. Pero deberían intentarlo: recientemente la BBC dio a conocer una historia la cual predijo que los miembros del Parlamento de los Estados Unidos, si es que los estadounidenses siguen adelante con el ataque a Irán, estarían sujetos al arresto y la detención si se aventuraran hacia las capitales del oeste europeo.
Aún el farsante de Tony Blair está anunciando planes para retirar las tropas de Irak. ¿Podría llegar a ser que los británicos están ansiosos de evitar que los atrapen en la masacre que se viene? No habrá escape a este Armagedón: los Demócratas tienen la sangre hasta el cuello. Y esta vez nadie está aprobado. Los estadounidenses tendremos que abandonar la fantasía de referirnos a nosotros mismos como una nación noble, aquellos que usamos sombreros blancos (que somos honestos). Pero es precisamente este mito el que mantiene la burbuja intacta: si nos tuviéramos que enfrentar al enemigo de Pogo en el espejo la empresa entera explotaría. Sin una cruzada y un destino engreído, nuestra búsqueda por la dominación del mundo parecería estar más al mismo nivel de Genghis Khan de lo que nos gustaría.
Binyamin Netanyahoo, hablando de cafishos de guerra, y otros chiflados gritan el lema verdaderamente perverso que es 1938, y que Irán es el Tercer Reich, una mentira histórica que ni siquiera Condi (Condoleeza Rice) se la tragaría. Esto debería ser una señal de la locura de la analogía, que no tiene ninguna medida aclaratoria por parte de Rice. Pero la oposición leal todavía se aferra a la teoría del sombrero blanco (honestidad) tan fuertemente, que lo empuja claramente hacia abajo por sobre los ojos. Sólo al quitarnos el sombrero podremos comenzar a vislumbrar que la analogía no es sólo errónea sino que va para atrás: somos nosotros (a través de nuestros "aliados" israelitas) los que destruimos el Líbano mientras el mundo se relajaba y no hizo casi nada. El mundo observa la difícil situación de la gente en Palestina que está siendo lentamente borrada del mapa; nos observaron destruir a Irak; y ahora, ¿destruir a Irán? Mírense en el espejo de Pogo y digan qué cultura los hace sentir "incómodos".
Traducido por Silvana Mellino
2007 Daniel Patrick Welch. Reprint permission granted with credit and link to http://danielpwelch.com. Writer, singer, linguist and activist Daniel Patrick Welch lives and writes in Salem, Massachusetts, with his wife, Julia Nambalirwa-Lugudde. Together they run The Greenhouse School http://www.greenhouseschool.org. Translations of articles are available in over two dozen languages. Links to the website are appreciated at http://danielpwelch.com.