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Rescatando al soldado Castro

Publie le Miércoles 19 de marzo de 2008 par Open-Publishing

Un pelotón de personajes ha estado dejándose caer últimamente por La Habana en misión de rescate del soldado Castro. No se trata de un remake caribeño de la película de Spielberg (Saving Private Ryan) de hace diez años, sino de una operación subrepticia de salvamento, en la que se quiere presentar a Raúl Castro ante los ojos de la comunidad internacional con una cara más respetable y menos tenebrosa que la de su hermano.

Estos serían algunos de los atributos que le endosan a Raúl: hombre abierto, realista, pragmático, organizado, familiar, un general más interesado en los frijoles que en los cañones. En fin, la prueba estaría en la lista de cachivaches electrodomésticos que supuestamente pretende liberar de aquí al 2010 (hornos y calentadores, duchas y tostadoras). ¡Qué Revolución!

Es difícil pensar que exista un acuerdo tácito o concertado a nivel global para rescatar al soldado Castro. Pero cuando reviso las crónicas sobre las visitas y los discursos de los personajes, dudo. Hablo de los viajes de Tarcisio Bertone (Vaticano), Louis Michel (Unión Europea), Jean Ziegler (FAO-ONU) y los cancilleres Miguel Angel Moratinos (España) y Patricia Espinosa (México), por sólo citar algunos. Todos ellos están trabajando a favor de un mismo objetivo: crear un espacio de respetabilidad y reconocimiento universal para Raúl Castro. Hasta Manfred Nowak, el Relator de la ONU contra la Tortura, está dispuesto a ir a Cuba.

Ya sea por comisión u omisión, hay un ejercicio de salvamento de parte tanto del régimen cubano como de quienes a escala internacional no desean hacer olas y que, lejos de condenar a la dictadura, la toleran y maquillan su rostro, como hacía aquel mariscal y duque ruso Gregorio Potemkin. En su época, en el siglo XVIII, Potemkin era gobernador de Crimea y tuvo la perversa genialidad de fabricar escenografías de pueblos ficticios para ocultarle a su soberana, la zarina Catalina la Grande de Rusia, el desastre real de aquella región.

Cuba ha sido y es un pueblo Potemkin, donde las prohibiciones se han presentado siempre como la solución a los problemas. Porque hay déficit de energía eléctrica, la gente no puede comprar ventiladores. Por el embargo estadounidense, no hay computadoras. A causa de la ineficiente gestión del recién defenestrado ministro del Transporte, no hay guaguas. Y por culpa del de Agricultura, no hay malangas.

El castrismo ha puesto énfasis en que la economía va a mejorar. Pero las supuestas medidas económicas que tomaría Raúl Castro no son más que fachadas de cartón, como las que se usan en el teatro, que el régimen está construyendo para dar la imagen de que las cosas van a cambiar. El mundo le está comprando el discurso. Bajo la premisa ’’legal’’ de que Cuba tiene un nuevo gobierno, la Unión Europea, México, España y el Vaticano nos están vendiendo a Raúl.

Hay que aceptarlo, mascullan por los corredores, como se acepta a Pervez Musharraf en Pakistán o a Hu Jintao en China. Y allá los monjes budistas con sus líos en el Tíbet.

A este panorama se suma la posibilidad real de que quien sea el próximo presidente de Estados Unidos cierre los ojos frente a la realidad cubana.

Rescatando al soldado Ryan fue nominada a once Oscar y alcanzó cinco premios. ¿Cuántas estatuillas se tendrán que otorgar a los patrocinadores de la versión Rescatando al soldado Castro?