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Revolución Bolivariana: fundamentos para la victoria siempre (IV). La decencia
Publie le Sábado 25 de octubre de 2008 par Open-Publishing" Un gran revolucionario debe ser necesariamente un gran autocrítico"
Hugo Rafael Chávez Frías
La decencia
La decencia en un proceso de profunda transformación social tiene un importantísimo valor, ya que actúa de combustible necesario para el buen llevar de la máquina revolucionaria en todos los engranajes del funcionamiento saludable y sin corrupción de las instituciones, tanto públicas como privadas.
La decencia fue y sigue siendo unos de los legados más destacados y hermosos en el pensamiento de Simón Bolívar, su obra está impregnada de principio a fin de este valor de valores éticos, donde la honradez, la honestidad, la dignidad, el respeto, igualdad y la justicia se disputan en sobresalir para hacer el bien máximo y rendimiento posible. Cada hecho y pensamiento del padre libertador está insertado en un marco de incuestionable presencia de este principio, evocando como siempre en hacer las cosas con la mayor de las decencias, destinando dicho comportamiento y esfuerzo en enaltecer y mejorar la condición humana. Esta virtud llamada decencia no es posible sin la fuerte convicción del respeto a los más loables principios de actuación para con una causa colectiva, como lo es en esencia este proceso revolucionario vivido en Venezuela y en algunas regiones sudamericanas y del caribe, cuyos objetivos son mejorar las condiciones sociales de sus pueblos, haciendo que las transformaciones vayan cristalizándose en realidades y hechos, provocando que el espíritu de las leyes comanden dignamente el recto camino hacia el bienestar colectivo, doblegando y erradicando con convicción cualquier vertiente de la corrupción que aparezca. Es por ello que la decencia ha de estar presente en cada uno de los componentes de comportamiento individual y colectivo del cuerpo revolucionario en su conjunto, su ausencia a la postre solo nos llevará sin vacilar al abismo nacional y continental. He allí su importancia, dado que se podría afirmar que decencia y un real revolucionario van de la mano en un régimen auténticamente transformador. Si embargo la decencia no se adquiere por arte de magia, es el resultado de una educación esmerada en el seno de la familia, en las instituciones educativas con verdadera vocación en construir una célula o muchas células sociales que permitan un desarrollo de las más loables virtudes humanas, solo así se podría crear una sociedad con la capacidad de construir ese mundo posible que tanto se oye mentar y poco se dice y se hace para darle nacimiento.
La ausencia de decencia es decir la "in-decencia” es enemiga letal de todo proceso revolucionario, es enemiga del pueblo, es enemiga del bienestar de la nación, es enemiga del pensamiento bolivariano, es enemiga del socialismo, es enemiga del comunismo, es enemiga del progreso humano, es enemiga del bienestar de nuestros hijos.
La “in- decencia” “es el océano donde navega a sus anchas el endiablado capitalismo”. Ser “in-decente y corrupto” es cabalgar en cuerpo y alma en el capitalismo, ese gran y verdadero opositor y enemigo de lo que está pasando en la República Bolivariana de Venezuela, en el continente y en algunas regiones planetarias que no toleran más la opresión, la tiranía global de un sistema “in-decente” y corrupto que amenaza en extinguirnos como especie, sino le hacemos frente con firmeza y decencia revolucionaria.
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