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Sitio de la escritura
José Gregorio González Márquez
caminosaltair@hotmal.com
La escritura ha sido a lo largo de muchos siglos uno de los procesos de comunicación más importantes para el ser humano. Aún cuando el acceso al libro estuvo vedado durante bastante tiempo al común de la gente, la escritura siempre despertó interés y curiosidad a quienes por diversas circunstancias permanecían al margen de este proceso. Es indudable que junto a la escritura camina la lectura. Más allá de la simple interpretación de signos o símbolos, la lectura abre un mundo maravilloso a quien osa internarse entre grafemas para descubrir no sólo el conocimiento sino también el potencial mágico que se desprende de las letras. José María Diez-Borque en su obra El Libro hace un detallado estudio que va desde la tradición oral a la cultura impresa. Sostiene que el libro no estuvo todo el tiempo en el centro de la producción y difusión de la cultura, ni poseía un valor reverencial y fetichista; sólo a la Biblia se podía tener acceso, con los sacerdotes como intermediarios, pues eran los únicos ¨capaces¨ de interpretar los arcanos contenidos en el libro sagrado.
Es de suponer entonces que los individuos permanecían divididos en letrados e iletrados. La sociedad tenía características sectarias pues existían grupos culturales dominantes cuyos esquemas valorativos ejercían presión sobre la mayoría. La aparición de la imprenta permite que gradualmente el colectivo comience a romper con las convenciones y asumir de manera abierta el mundo de la palabra escrita. Sin duda el paso no fue fácil; los ejes del poder no ceden con facilidad sus prerrogativas. La imprenta de tipos móviles facilitó la masificación de los libros; estimuló el acercamiento del pueblo a la escritura; incentivó la lectura como medio de llegar al conocimiento universal.
Hoy día, se puede cuestionar a gran parte de los países del orbe. El adelanto tecnológico, la revolución que significó la imprenta, está lejos de llegar a todos los habitantes del planeta. La tasa de analfabetismo todavía es notoria en los denominados países subdesarrollados, además hay poco compromiso por derrotar este flagelo pues sigue siendo un factor de dominación. Por fortuna, en Venezuela, el gobierno revolucionario inauguró la Imprenta de la Cultura cuya función primordial será la de llevar a cada hogar, a cada rincón, libros que hagan posible la comunicación, la integración y el desarrollo del conocimiento. La impresión de veinte millones de libros anuales – desde clásicos hasta inéditos – representa para los venezolanos la apertura de un círculo donde la palabra deja de estar secuestrada, de ser usufructuada por una minoría para convertirse en alimento diario para el espíritu de todos. Conocemos el esfuerzo hecho desde el Ministerio del Poder Popular para la Cultura no sólo en el ámbito de la literatura sino también en las plataformas que integran sus áreas de influencia; por eso tenemos la certeza que el trabajo hecho desde ese Ministerio para afianzar la revolución bolivariana marchará venciendo los obstáculos, la trabas y las sinrazones políticas sembradas por los enemigos del proceso. La masificación del libro, contrario a lo que piensan algunos, proveerá a Venezuela de un futuro promisorio, bandera de igualdad y solidaridad.