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UPATA

Publie le Sábado 7 de julio de 2007 par Open-Publishing

En general los venezolanos nos mantenemos aferrados a la antigua concepción nuestra de tener un país sólo habitable en el lado norte de ese soberbio río –así lo llamó el novelista francés Julio Verne- que es sin duda el Orinoco. Esto es algo que tenía seguramente explicación convincente para los invasores europeos que se arriesgaban a llegar por este inmenso territorio hace cuatro y hasta tres siglos atrás, y encontraron obstáculos naturales que les parecieron infranqueables. Pero que en estos dos últimos siglos más reviste el carácter de un desafío al espíritu nacional mismo.

Dentro de apenas cuatro años el pueblo venezolano celebrará nada menos que los 200 años de su declaración de independencia respecto a la corona española, iniciándose aquel 5 de julio de 1811 una vida republicana promisoria de poder emular, en cuanto a progreso económico, con la emprendida en el norte del continente americano por unos invasores, también europeos, que unas tres décadas antes se habían declarado independientes de la corona inglesa, y de inmediato se dedicaron a conquistar y ocupar todas las tierras a su alrededor. Al punto que desde hace ya cien años sus descendientes se han apoderado virtualmente del continente entero, mientras que acá en el sur seguimos atrapados en el subdesarrollo.

Tal ha sido y es la tragedia de nuestros pueblos, pues los anglosajones se hicieron imperialistas y nosotros devenimos en neocoloniales.

En estas cosas he meditado en días recientes con motivo de un breve viaje por la Guayana venezolana, en verdad por una pequeña porción de ella. Tenía yo varios años sin visitar esa fantástica parte de nuestro país, y esta vez lo que allí he podido ver me ha ratificado el criterio de la urgencia que debemos tener por desarrollarla plenamente para no llegar a perderla.

Debo decir que mis impresiones han sido contrapuestas, pues por un lado se constata el grave estancamiento de nuestra siderurgia como producto del neoliberalismo imperante desde los años ’80, reforzado ahora con toda una idealización de las pequeñas empresas y cooperativas, junto a un disimulado rechazo de la industria pesada, que es la verdadera y única vía que nos puede conducir al socialismo.

Pero al mismo tiempo digo que en la floreciente pequeña ciudad de Upata me he encontrado con una situación sorprendente, al ver esa capital del ya en vías de desarrollo Municipio Piar en manos de una administración de nuevo tipo, con ideas novedosas y ambiciosos planes de desarrollo.

Se trata de una municipalidad con la característica de tener como su alcalde a un conocido comunista, el médico Francisco Contreras, quien se ha rodeado de un equipo de colaboradores dispuestos a convertir ese municipio –de unos cerca de doscientos mil habitantes y quince mil km² de territorio- en un modelo de desarrollo para toda Venezuela, basado en la planificación, la eficacia y la honestidad administrativa.

También estuvimos un rato en la vieja Angostura, donde se puede muy bien afirmar que nació nuestra Venezuela actual con el histórico gran discurso que el 15 de febrero de 1819 pronunció allí Simón Bolívar, y del cual surgió la estrategia revolucionaria que culminó el 9 de diciembre de 1824 con la Batalla de Ayacucho en el Perú.

En fin, no quiero dejar de expresar mi preocupación ante el cuadro de desbordada delincuencia que a ojos vistas impera en Puerto Ordaz y San Félix, en toda la que prometía ser la ejemplar Ciudad Guayana. Me tocó llegar para el entierro de un joven camarada, militante de la Juventud Comunista y estudiante de la Universidad de Oriente, Nelson Javier Ramos, hijo de nuestro camarada Osvaldo Ramos, miembro éste del Comité Central del PCV. Dicho joven fue asesinado a golpes en una calle de San Félix, por unos maleantes que lo asaltaron para robarle un celular. (El Luchador, Ciudad Bolívar, 22-6-07).

La criminalidad impune parece ser lo normal.-

Fuente: http://www.tribuna-popular.org