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Batalla en el Congreso

Publie le Martes 1ro de febrero de 2005 par Open-Publishing

Los demócratas convirtieron la confirmación de Condoleezza Rice y Alberto Gonzales en el foro para cuestionar la política de Bush en Irak.

EL PRESIDENTE GEORGE W. Bush esperaba que su colaboradora más cercana en el gobierno, Condoleezza Rice, pudiera posesionarse como nueva secretaria de Estado el mismo día que él lo hacía como presidente. Pero no pudo ser. ’Condi’ tuvo que esperar una semana para que el Congreso de Estados Unidos decidiera llevar a cabo la votación que la confirmaría en el cargo. El resultado fue de 85 votos a favor y 13 en contra, el mayor número de votos en contra que ha recibido en su confirmación un secretario de Estado desde 1825.

Pero esta fuerte oposición a su nombramiento no se debió a que Condoleezza Rice fuera una mujer "de color", como argumentaron algunos republicanos. Ni a que no estuviera calificada para representar a Estados Unidos . Esto nadie lo discute, ya que además de ser experta en Rusia y la Guerra Fría, es la integrante de la administración que más preparación académica tiene.

La oposición se debió a que Rice tuvo mucho que ver con el diseño de la política del gobierno de Bush en Irak. El debate sobre la ratificación de Rice se convirtió en la oportunidad del Partido Demócrata para atacar la política de seguridad preventiva del presidente Bush, que llevó a la guerra en Irak. Esta discusión se dio justo cuando la administración está pidiendo 80.000 millones de dólares más para las campañas de Irak y Afganistán, y cuando las protestas contra la guerra se intensifican. Tanto en la opinión como en los miembros de las fuerzas armadas comienza a observarse el descontento ante el crecido número de bajas en Irak durante las semanas previas a las elecciones del 30 de enero, sin que la campaña tenga un final a la vista.

"No hay duda de que la doctora Rice tiene unas credenciales impresionantes. Su historia personal es muy atractiva y tiene una experiencia amplia en la política exterior", dijo el senador demócrata Edward Kennedy durante el debate. "Pero hay una pregunta crítica acerca de cómo asume la responsabilidad de sus actos. Esto se debe a que no sólo apoyó la decisión de ir a la guerra en Irak sino que fue su principal arquitecto. Y esto lo hizo mientras que nuestra misión en Afganistán no estaba finalizada y Ben Laden continuaba siendo una amenaza, debido a que habíamos fracasado en su captura".

La controversia alrededor de ’Condi’ -de 50 años- había comenzado el 19 de noviembre, cuando empezó su proceso de ratificación ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Condoleezza tuvo que enfrentarse a las críticas de los demócratas, entre las que se destacaron las del ex candidato John Kerry.

Kerry puso en duda su lealtad con el país, la acusó de haberle mentido a la nación, como consejera de seguridad nacional del primer período de Bush, sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, y de no informar suficientemente sobre las dificultades que se enfrentan en Irak.

La oposición de los demócratas a las políticas de Bush también se vio durante la comparecencia de Alberto Gonzales ante el Comité Judicial, donde ocho de sus miembros votaron contra su ratificación. Gonzales, nominado al cargo de fiscal general en reemplazo de John Ashcroft, fue el responsable de la doctrina, escrita en 2002, que dio carta blanca a que se cometieran abusos en los interrogatorios de sospechosos de terrorismo, lo que desembocó en el escándalo de las torturas de Abu Ghraib.

Los republicanos cuestionaron que la oposición hubiera escogido la ratificación de los nombramientos para criticar al gobierno Bush. El director del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso, el republicano Richard L. Lugar, dijo que los demócratas aprovecharon para ventilar las emociones "en un espacio en que las buenas palabras y pensamientos sinceros pueden ser expresados ante la audiencia nacional". Pero para los analistas, los demócratas -que en las elecciones de noviembre perdieron cuatro escaños en el Congreso- se convencieron de que si quieren recuperar poder en las elecciones del año próximo, tienen que mostrarse sólidos en sus creencias. Y en este caso, qué mejor que atacar a Condoleezza y a Gonzales, que encarnan las políticas bélicas de Bush y su grupo de neoconservadores.

A pesar de la controversia, Condoleezza Rice se ha mantenido tranquila, de buen humor y firme en sus convicciones, según han contado a la prensa estadounidense varias personas que han estado alrededor suyo.

Al fin y al cabo, si hay algo que la caracteriza es la seguridad en sí misma. Es una mujer que desde pequeña aprendió a salir a flote en todas sus dificultades. Nació en Birmingham, Alabama, en plena lucha por los derechos civiles. Sus padres -el director de una secundaria y reverendo, y una maestra de música- la educaron en la convicción de que tendría que trabajar el doble que los blancos, pero que nunca tendría que asumirse como víctima.

Tomó tan a pecho las recomendaciones que obtuvo su bachillerato a los 15 años, y a los 19 ya era graduada de la Universidad de Denver mientras se convertía en una excelente pianista. Pero cuando se convenció de que jamás sería la mejor concertista se obsesionó con el estudio del poder. Curiosamente, su tutor en este campo fue Josef Korbel, el padre de Madeleine Albright, la única mujer que había ocupado el cargo de secretaria de Estado.

A diferencia de Albright, que hizo parte del gobierno de Bill Clinton, que mantenía buenas relaciones diplomáticas con el resto del mundo, Rice tiene el reto de asumir el cargo en un momento en que las relaciones con Europa, el principal aliado estadounidense, quedaron heridas con la decisión de invadir a Irak. Por tal motivo, Rice tendrá que utilizar todo su ’ángel’ y sus capacidades intelectuales, que según dicen los que la conocen posee en abundancia, para restablecer los lazos perdidos. Además tendrá la tarea de trabajar para que Palestina e Israel vuelvan a retomar la Hoja de Ruta hacia la paz y los ayatolas de Irán decidan destruir sus instalaciones nucleares, entre otras tantas cosas.

Pero, según algunos analistas, este trabajo será difícil mientras la política exterior de Bush siga estando construida sobre la visión moralista del papel que desempeña Estados Unidos en el mundo. Es decir, mientras se siga considerando que ese país tiene el derecho y la obligación de imponer democracias y cambiar regímenes de países soberanos con el pretexto de otorgarles su concepto de libertad. O simplemente bajo la disculpa de la guerra contra el terrorismo.

Lo que más se cuestionan en Washington es si Condoleezza, una cercana amiga de la familia Bush, tendrá la independencia para aconsejar adecuadamente al Presidente en la toma de las decisiones más difíciles de la política exterior. Su antecesor Colin Powell logró salir indemne de las mentiras que se adujeron para justificar la guerra, porque siempre mostró una actitud independiente y fiel a los principios de la diplomacia internacional.

Muchos creen que Condoleezza será en cambio un instrumento obediente de los verdaderos gestores de esa política, que son los neoconservadores que operan en los puestos más altos del gobierno. Con ello se perdería el importante contrapeso que ejercía Powell. Pero todo está por verse. Al fin y al cabo, según los analistas, ’Condi’ es una mujer más pragmática de lo que parece.


Fuentes:
Texto Semana
Foto El Comercio, Quito