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ECUADOR: ¡Construir un país viable!, necesidad histórica
Publie le Miércoles 24 de mayo de 2006 par Open-PublishingLa realidad actual nos muestra una América sacudida por cambios políticos, predominio de gobiernos revolucionarios y “progresistas”, desencuentros y tensiones políticas, particularmente en el sur del hemisferio, en donde los procesos de integración atraviesan uno de sus momentos más críticos y la confrontación ideológica viene dominando la escena regional. A este viento de cambio y de mirar hacia nuestras raíces latinoamericanas se le suma el sueño de la victoria de Evo Morales en Bolivia, como única salida política para frenar la rebelión decidida a terminar con la entrega del patrimonio boliviano.
Ecuador al igual que otros países de América Latina, vive un momento histórico, por ello el ambiente político actual es significativo. Es un momento político trascendental en el que es viable darle un giro a la historia, juntos con los pueblos de nuestra América.
Está en juego la lucha por el poder y el rumbo que tendrá el Estado ecuatoriano, que ha sido capturado y secuestrado por los grupos económicos y los políticos tradicionales que son una minoría amarrados con los capitales transnacionales.
La crisis ecuatoriana arrastrada por 500 años de injusticia y explotación, avalada por años de regimenes dictatoriales, impuesta por el recetario neoliberal y mantenida por los desgobiernos, por lacayos y entrega patria, terminó con los sueños de progreso de los habitantes y complicó la presencia del país en la economía mundial.
La crisis en el Ecuador no sólo es económica, sino moral, social y política, es decir integral. Esta crisis, así definida, ha puesto en peligro la estabilidad social y alienta el deterioro de la institucionalidad democrática y la paz civil.
La falsedad existente a todos los niveles, la hipocresía tratando de mantener una pantalla exterior, la imprudencia unida a la improvisación, la ausencia de planificación, la irresponsabilidad que, a la vez, se relaciona íntimamente con la ausencia de compromiso y con la ausencia de confianza. Uniendo todos estos aspectos creados con actitudes y comportamiento apátrida, se ha construido una maraña de situaciones de la que nos resulta difícil salir. ¡La propia trampa!
No han emigrado por casualidad 3 millones de hermanos y hermanas, ni por casualidad han sido derrocados tres presidentes (Bucaram, Mahuad y Gutiérrez)
El país vive una crisis ética y moral, la corrupción socava a la nación. Frente a esta realidad es necesario combatir con energía esta plaga.
Hay crisis económica, la pobreza, la miseria y el desempleo están presentes en los hogares. Ante esta debacle, es necesario orientar la economía hacia la productividad; desarrollar un gran Plan de infraestructura nacional, para generar puestos de trabajo masivo; incentivar la micro, pequeña y mediana empresa que son generadoras de empleo.
Hay que resolver con patriotismo, la falta de oportunidades que tienen nuestros niños, niñas y jóvenes para recibir una educación integral.
Hay que acabar con la imposibilidad, de que las grandes mayorías del pueblo no puedan acceder al sistema de salud pública.
¡Hay que construir un país viable!...
El país tiene que entrar a un proceso de cambios donde se haga la transformación del país en democracia, sin viejos ideales, sin viciados procedimientos en la gestión de gobierno, un proceso en paz, democracia, bienestar y progreso.
No pueden ser los partidos tradicionales quienes asuman de nuevo el liderazgo absoluto. Ellos han perdido audiencia. No existe confianza en ellos. Pero tampoco lo pueden hacer las organizaciones políticas emergentes. Y mucho menos, los autos denominados como formas de expresión viviente de la sociedad civil. Ambas no logran contar, en forma individual, con un extenso respaldo en la población. Ninguna de las individualidades y organizaciones puede gobernar este país por sí mismos.
Pero lo que si es posible es lograr concertar una acción de gobierno a futuro, con un Programa que logre conducir al país, desde un régimen del presidente Palacios inspirado en el desgobierno y el letargo, hacia uno en el cual se pueda lograr que la gente aprecie los efectos favorables de su gestión, traducidos en empleo, progreso y paz.
Para llegar a ello es necesario, entre todos los factores, partidos políticos y organizaciones sociales, abandonar todo afán de protagonismo, individualismo y pensar en una concertación de objetivos y propósitos en la gestión de gobierno, que inteligentemente, logre convencer a las mayorías.
La gente desea vivir en tranquilidad y con seguridad, pero además tener un gobierno que les permita vivir con prosperidad, con un Estado que brinde solidaridad a los más pobres mediante educación integral, vivienda, salud pública, asistencia social y una economía moderna que les permita oportunidad de trabajar y producir. Establecer un régimen político que propicie la continuidad en la gestión hacia objetivos de corto, mediano y largo plazo, pero con alternabilidad en el manejo del gobierno.
Se trata entonces de concertar, pensar en lo colectivo y formar una gran alianza incluyente de esfuerzos, UNA GRAN MINGA pues, para lograr derrotar la pobreza, la miseria, el desempleo, la discriminación, la corrupción; vayamos a la aplicación de la inteligencia a la verdadera política, la cual es la que finalmente puede ser victoriosa.
Llegó el momento de la unión de todas las fuerzas democráticas comprometidas con un cambio de país, la unidad del movimiento indígena, organizaciones sociales, campesinas, sindicales y afroecuatorianas.
La unión de todas y todos los ciudadanos es imprescindible. La unión de serranos y costeños, de indígenas, mestizos y afroecuatorianos es inexcusable para que permita acabar con esa lacra que no ha permitido levantarnos unidos; la unión de los estudiantes, de empresarios, de profesionales; la unión de hombres y mujeres migrantes y, especialmente, la unión de la juventud ligada al futuro del país.
Desde esta colina, ubicada en cualquier rincón de nuestra patria. Hago este llamado: NO para invitarles a sumarse a un proyecto político en particular; les convoco: a trabajar juntos, hombro con hombro, mano con mano, ideas con ideas, para formar una gran alianza de esfuerzos y construir el país soñado, respetando la cultura de cada pueblo y la autonomía de cada una de las organizaciones. Desde fuera de las fronteras de nuestra patria, desde la colina de los migrantes, situada en cualquier cobijo del planeta, hacemos un llamado a la más amplia unidad por la construcción del país que hemos soñado, para nuestros hijos e hijas, para nuestros nietos y nietas; construir los sueños de una patria soberana, próspera y digna, dentro del contexto de la unidad Latinoamericana.
Eduardo Zambrano Cabanilla
Mayo 24 de 2006