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Hace diez años en Argentina, el 19 y20 diciembre de 2001, la bancarrota

par Lutte ouvrière

Publie le Domingo 1ro de enero de 2012 par Lutte ouvrière - Open-Publishing

la bancarrota de la economía - desastre económico y respuesta obrera

Hace diez años, el 19 y el 20 de diciembre de 2001, el hundimiento de la economía argentina provocó la renuncia del presidente radical Fernando De la Rúa, expulsado por la calle donde convergían la ira de la población de los barrios y la de las clases medias a las que se había prohibido el libre acceso a sus cuentas bancarias. La represión de la revuelta, unida por el lema "¡Que se vayan todos! ", provocó una treintena de muertos, entre tanto el país se sumía en una profunda crisis.

De la crisis económica...

En 1983 finalizaba la dictadura militar, sustituida por el gobierno civil del radical Alfonsín. Pero el final de su presidencia estuvo marcado por la hiperinflación, los precios aumentaron casi un 5.000% en 1989 y hasta 1.350% el año siguiente. Le sucedió en 1989, el peronista Carlos Menem que, en plan "mejor alumno" del Fondo Monetario Internacional, abogaba por el desmantelamiento de las empresas estatales y la privatización de muchos sectores económicos: el agua, la electricidad, el teléfono, y también las pensiones.

Para frenar la hiperinflación, el peso argentino fue alineado con el dólar. La paridad entre ambas monedas (1 peso = 1 dólar) fue efectiva desde el 1º de enero de 1992. Inmediatamente, la tasa de inflación cayó por debajo del 10%. El crecimiento del PIB, negativo en la década de los 1980, superó el 10% y se mantuvo alto hasta 1998. Esta aparente estabilidad atrajo hacia Argentina a grandes grupos capitalistas, Carrefour, EDF, Ford, France Télécom, Suez, etc., que querían participar en el botín de las privatizaciones, o simplemente instalarse allí. También se vio a grandes terratenientes y a grandes empresas agroalimentarias argentinas exportadoras, que antes dejaban sus activos en el exterior, repatriar sus reservas de divisas. A corto plazo, el desmantelamiento de las empresas públicas colmó la tesorería del Estado argentino y consiguió la estabilidad suficiente para asegurar la reelección de Menem.

El sistema de intercambio era favorable ya que el dólar no se apreciaba frente a las monedas de los países con los que comerciaba Argentina. Se estableció en un buen momento en el que la FED, el banco central estadounidense, apostaba por un dólar débil para estimular la economía norteamericana. Pero, la fuerte subida del dólar en 1998 puso en serios aprietos a la economía argentina, especialmente cuando la crisis financiera que había golpeado a Asia y a Rusia llegó a América Latina. El alza del dólar, más la devaluación del real brasileño, bloquearon las exportaciones. El gobierno federal se quedó sin dólares y por lo tanto sin recursos. Sin embargo, las propias regiones, eludieron el problema creando monedas locales, como el patacón, especialmente para pagar los salarios de sus empleados.

… a la crisis social

El reverso del presunto milagro de la Argentina, la política de privatizaciones y el desmantelamiento de las empresas públicas, fue privar de empleo a cientos de miles de trabajadores, que engrosaron las filas del paro. Estos para conseguir ayudas y subsidios, decidieron bloquear carreteras, en un país en el que el transporte por carretera de mercancías tiene un papel capital. Así apareció el movimiento de los piqueteros, ya muy combativo mucho antes de la crisis de 2001.

Al intensificarse en 1999, la especulación mundial sobre el dólar Mundial, Argentina entró en recesión. Menem perdió las elecciones en favor del radical Fernando de la Rúa. En 2000, la economía se estancó y se disparó el desempleo. Las manifestaciones de parados aumentaron. Al aumentar la escasez de dólares, y por lo tanto de pesos, el gobierno central, emitió una moneda de sustitución, los pagarés llamados LECOP, distribuidos por el país a través del pago a los funcionarios. Casi el 50% de la masa salarial total acabó circulando de esta forma.

El presidente radical, sobrepasado, llamó al Gobierno al Ministro de Economía de Menem, Domingo Cavallo. Para detener la fuga de capitales de la clases dirigentes y de las grandes empresas, y la falta de liquidez, Cavallo anunció el 1º de diciembre de 2001, el establecimiento de corralito, medida para limitar la retirada de efectivos bancarios a 250 pesos a la semana y la prohibición de enviar remesas del exterior. La avalancha sobre los bancos que provocó este anuncio fue fatal para el sistema bancario, incapaz de hacer frente a la situación.

El corralito enfureció a la clase media, apartada de sus ahorros, mientras que las clases más pobres se abalanzaron sobre los alimentos en los supermercados. El 19 y el 20 de diciembre se produjo una serie de protestas masivas, reprimidas en sangre. Cavallo dimitió, al igual que el presidente De la Rúa. Le sucedió el peronista Saá durante cinco días, dejando su lugar a su vez a otro peronista, Duhalde. Los bancos fueron cerrados durante varios días para paralizar la compra de dólares. Finalmente, el 11 de febrero de 2002, se devaluó el peso, lo que provocó el empobrecimiento general de la población.

La quiebra de la economía estaba allí, y se derrumbó la producción. La tasa oficial de desempleo alcanzó el 24%. Muchas Pymes cerraron, causando un aumento del desempleo e incluso el hambre en las regiones más desamparadas.

La tasa de pobreza alcanzaría el 57%. Niños hambrientos, mujeres solteras, ancianos se vieron forzados a la mendicidad en las calles.

Afortunadamente, se organizó la solidaridad. Los restaurantes de la capital se acostumbraron a distribuir por la noche los alimentos sin vender durante el día o de alimentar a los niños de forma gratuita. Ciudadanos particulares repartían los alimentos no consumidos a los pobres. Los desempleados organizaron panaderías en locales requisados. Hubo una gran cantidad de iniciativas locales. Alrededor de 10.000 trabajadores de 150 Pymes decidieron continuar la actividad sin el dueño anterior que las había abandonado todo. Aparecieron los cartoneros que, por poco de dinero, recogían cartón y papel en las calles de la capital.

La recuperación económica y la reactivación de las luchas obreras

A nivel gubernamental, frente al desastre social, el gobierno de Duhalde tuvo que establecer un programa de asistencia social pagado en pesos. También organizó nuevas elecciones, que llevaron a la jefatura del Estado al peronista Néstor Kirchner. Éste se posicionó en contra de Menem ubicándose en el centro-izquierda, apoyándose en el ala moderada de los desempleados, una parte de los aparatos sindicales y en el movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, las madres de las víctimas de dictadura.

Kirchner se iba a beneficiar al igual que su esposa Cristina, que le sucede en la presidencia de la República, de una coyuntura favorable. La quiebra provocó la huida de las multinacionales extranjeras. Lo que permitió la reactivación de la actividad de las empresas argentinas. La devaluación impulsó las exportaciones, permitiendo al sector agroalimentario restablecer la prosperidad, gracias a la fuerte demanda mundial de soja. Todo ello llevaría, a partir de 2003, a una recuperación de alrededor del 8 al 9% anual.

Entre el comienzo y el final de ese año, el desempleo se redujo del 20 al 14% (y a un 7% en 2010). Esta recuperación económica llevó al mercado laboral a una generación de jóvenes trabajadores, frecuentemente combativa, y que quería tener su parte del crecimiento económico. Desde el año 2005, dos tercios de los conflictos sociales han afectado a los salarios, para imponer que estos sigan el creciente costo de vida, los huelguistas no han vacilado en la necesidad de oponerse a la burocracia sindical.

Este resurgimiento de la combatividad, y la experiencia que representa para las nuevas generaciones de trabajadores, podría ser una baza para el futuro, frente a una crisis que no es sólo la de Argentina, sino que se ha convertido en mundial.

Jacques Fontenoy

Traducción de F.P.

Lutte ouvrière