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Pagaron 333 años por un crimen que no cometieron
Publie le Jueves 30 de junio de 2005 par Open-PublishingPor Álvaro Angarita
Semanario Voz
29 de junio de 2005
Entrevista con Nelson Campo, ex alcalde de Apartadó, tras su liberación: “El proceso de La Chinita fue totalmente politizado”. Es uno de los treinta dirigentes del Partido Comunista y la Unión Patriótica en Urabá, que fueron condenados a penas hasta de 50 años y en casi 12 años, pagaron 333 años por un crimen que no cometieron. La Corte Suprema de Justicia anuló la sentencia. Estando Nelson Campo preso recibió la noticia de los asesinatos por de sus tres hermanos. El dirigente popular llama a la izquierda y demócratas a unirse en torno a un candidato y un programa revolucionario.
Once años cuatro meses y medio, permaneció en la cárcel el dirigente comunista y de la UP, ex alcalde de Apartadó Nelson Campo Nuñez. La Corte Suprema de Justicia ordenó su libertad el 20 de junio, tras comprobar que se había violado el derecho a la defensa de los detenidos por la masacre de La Chinita ocurrida el 23 de enero de 1994. Por este hecho fueron detenidas el mismo año 100 personas, de las cuales fueron exculpadas 65, quedando privadas de la libertad 35. La izquierda y varias ONG calificaron el proceso contra Campo Nuñez y sus compañeros, como un proceso político, inscrito en la estrategia del “Plan Retorno” para expulsar a la UP de Urabá. Campo Nuñez, De 64 años de edad, nacido en San Antero, Córdoba, hijo de colonos, llegó a Urabá siendo un niño.
En 1970, convertido en obrero bananero, se vinculó al Partido Comunista y ese mismo año llegó a ser dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Industria del Banano. En 1976 fue elegido concejal de Apartadó y Mutatá; en 1988 diputado de Antioquia, llegando a ocupar la segunda corporación.
En 1990 fue elegido a la Cámara de Representantes en una lista de Urabá y en 1992 la votación de los sectores obreros y populares lo ungió como alcalde de Apartadó, cargo en el que permaneció hasta el 14 de febrero de 1994, cuando fue judicializado. Entonces, comenzó un calvario que tuvo como escenario las cárceles Modelo de Bogotá, Itagüí de Medellín y “Doña Juana”, en La Dorada, Caldas, que él mismo dice, no es cárcel, sino un campo de concentración, ubicado en medio de una de las zonas más paramilitarizadas de Colombia, bajo un clima superior a 35 grados, donde a los internos no se les permite tener siquiera un ventilador.
Estando preso vio caer asesinados por motivos políticos a sus tres hermanos: Enoc Campo (dos de octubre de 1984); Luis Alfonso Campo Nuñez (27 de abril de 1997) y Leomicel Campo el 24 de febrero de 2.000). Sus compañeros de presidio Alfonso Guerra y Alberto Villada sufrieron también la pérdida de familiares. Al primero le asesinaron dos hermanos y al segundo tres primos.
Nelson Campo habla para el semanario VOZ con ánimos renovados; su rostro refleja la alegría de estar en libertad y sus dedos golpean suavemente la mesa alrededor de la cual está sentado, precisando sus palabras.
– ¿Cómo valora el tiempo que ha permanecido privado de la libertad y qué concepto tiene de lo que le ha pasado?
– He sido privado de la libertad injustamente. El sistema que nos rige tiene como dirigentes políticos, campesinos, obreros y populares que luchan por cambiar este sistema de injusticias. A ellos sí les aplica la ley, como sucedió conmigo. Con razón decía el sociólogo Alfredo Molano, que esas cárceles nuevas que han hecho en el país con asesoría y financiación de Estados Unidos son una especie de experimento para ver hasta dónde tiene la capacidad el hombre de resistir.
– ¿Cómo transcurrían los días en la cárcel para Nelson Campo?
– Los primeros años leía y meditaba. No había nada más que hacer. Pensaba como se iba concretando el “Plan Retorno”, que la extrema derecha había organizado para la región de Urabá. Tenían miedo de perder en su totalidad la región, a manos de la Unión Patriótica. En las elecciones que me llevaron a la Alcaldía de Apartadó, la UP ganó cinco alcaldías. Eso los asustó y acentuaron más el “Plan Retorno”, encarcelando a muchos dirigentes comunistas y de la UP. Muchos fueron asesinados, otros fuimos encarcelados y otros expulsados de la región de Urabá. Fue el punto final del plan, que regresó las administraciones municipales a manos de la extrema derecha. A mí, el Tribunal de Orden Público de ese momento, me condenó a 50 años; sin embargo, yo confiaba en la solidaridad de los obreros, de los trabajadores, de mi Partido, que lucharon para que recuperara la libertad, en especial mis dos abogados. Ellos trabajaron realmente para que la Corte Suprema de Justicia, en este caso, fallara en derecho. Porque lo que fue el Juez sin rostro de Medellín y el famoso Tribunal de Orden Público de la época fallaron políticamente, pues la idea era golpear a la Unión Patriótica.
Reflexiones tras las rejas
– ¿Cuál fue el momento más difícil que tuvo que vivir?
– Los primeros días de mi detención. Caí a la Cárcel Modelo; pensaba que posiblemente iba a salir pronto, pues era época de campaña electoral y consideraba que lo que querían era ganar las alcaldías y después dejarme en libertad. Pero pasaron varias elecciones y yo seguía preso. Además, era la primera vez que era encarcelado bajo una sindicación tan cruel.
– ¿En qué circunstancias se dieron los traslados de una cárcel a otra?
– El primer año de los seis que pasé en la Modelo de Bogotá, permanecí en el Pabellón de Máxima Seguridad. Al año me pasaron al Pabellón de Alta Seguridad, donde tuve como compañeros a los grandes capos de la mafia de este país. Allí no tuve problemas políticos porque no los discutíamos. A pesar de lo anterior, nunca dejé de pensar en mi Partido, en las peleas que libraba nuestro pueblo.
Después me trasladaron a la Cárcel de Itagüí, donde llegué a unos pabellones donde había presos políticos. Intercambiábamos opiniones, hablábamos de la situación nacional, me relajé un poco, como se dice en lenguaje carcelario, ya podíamos organizar cosas, trabajar en conjunto y así no perder el hilo de la política nacional.
– ¿Qué añoraba más?
– Mi libertad. Extrañaba mi familia y no poder estar al lado de los camaradas de mi Partido.
La importancia de VOZ
– ¿Qué se siente estar lejos de la lucha social cuando como usted se hace parte activa de ella?
– Me sentía aislado, pero hacía todo lo posible por estar enterado de lo que pasaba en el país, del curso de las luchas sociales.
Afortunadamente no me faltaba el periódico VOZ, que era el que me orientaba, y con el cual yo orientaba a mis compañeros El periódico llegaba cada 15 días y entonces podía darme cuenta como estaba la situación política y qué hechos graves de represión se registraban contra el campesinado, los trabajadores y la izquierda se estaban registrando, porque es el único periódico que se atreve a decir la verdad.
La justicia está politizada
– ¿Qué opinión tiene ahora de la justicia colombiana?
– Está totalmente politizada. Lo digo por mi propia experiencia, el proceso de La Chinita fue totalmente politizado. Altos funcionarios del Estado sabían de mi inocencia pero no decían ni hacían nada. Sin embargo, algunos personajes dieron declaraciones por escrito a favor de López Bula y Nelson Campo manifestando nuestra inocencia.
Desgraciadamente, de esos tres personajes dos están muertos: monseñor Isaías Duarte, el ex ministro Gilberto Echeverri Mejía y José Noé Ríos, quien está de embajador en Jamaica. La Procuraduría aludió a esos conceptos pidiendo nuestra libertad. Siempre emitió conceptos a nuestro favor, pero nunca le hicieron caso. Hay que decir, que como funcionario público la Procuraduría abrió un proceso disciplinario y el fallo fue muy importante. El Espectador dedicó una página entera a ese fallo, que decía que Nelson Campo no tenía nada que ver con los acontecimientos del 23 de enero de 1.994. Sin embargo a los 15 días de conocerse la providencia de la Procuraduría, el Tribunal de Orden Público dictó contra mi y mis compañeros, una sentencia de 50 años.
– ¿Tiene un mensaje para el pueblo colombiano?
– Están soplando vientos importantísimos en América Latina. Los pueblos de Ecuador y Bolivia luchan contra los regímenes de turno al servicio del gobierno norteamericano. Tenemos el hermoso caso del pueblo venezolano que desarrolla su revolución bolivariana, que es un espejo para nuestros pueblos. Yo le pido a todos los sectores democráticos y revolucionarios del país, que busquen la forma de unificarse para formar un solo bloque que permita presentarnos a las próximas elecciones con un candidato de izquierda y un programa revolucionario, reivindicativo que defienda la soberanía nacional y construya una nación libre y democrática como lo está haciendo Venezuela guiada por el espíritu de Bolívar.