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Palabras de apertura del EZLN en la reunión con ONG
Publie le Miércoles 31 de agosto de 2005 par Open-PublishingPalabras de apertura del EZLN en la reunión con ONG’s, colectivos,
grupos... realizada en el poblado Juan Diego, San Miguel,
del Municipio Autónomo Francisco Gómez, los días 26, 27 y 28 de agosto del
2005.
Buenos días, compañeros y compañeras:
Sean todos y todas bienvenidos y bienvenidas.
Para empezar, les queremos explicar cuál es el formato de la
reunión. Primero decimos nuestra palabra nosotros. Es lo que voy a hacer
ahora. Después todo el que quiera participar lo hace, sólo se apunta con
los compañeros de Rebeldía para no hacer bulla y así todos podamos
escuchar y tomar el apunte. Hay aquí también grupos y colectivos
culturales y artísticos, así que si alguno quiere expresar su pensamiento
con una canción, un baile, una obra de teatro, un cartel, una fotografía,
una escultura, un cuento, una poesía, un video o lo que sea el quehacer de
cada quien, pues claro que se puede, nomás avisen para organizarnos bien.
Estamos aquí, todos, para sacar propuestas que, junto a otras que ya se
han dado y otras más que surgirán en las reuniones posteriores, habremos
de discutir en una reunión próxima de todos los que le hemos entrado a la
Sexta y a la "Otra Campaña". Así que no hay que preocuparse de si sus
pensamientos no se concretan todavía. Nosotros y los compañeros y
compañeras de la Revista Rebeldía estamos tomando apuntes y vamos a
informar a todos lo que se diga aquí y en las otras reuniones. Así todos
conoceremos las propuestas de todos y podremos, juntos, decidir.
Como acostumbramos, les informo del último reporte de los compañeros y
compañeras de la Revista Rebeldía sobre la Sexta y la "otra
campaña". Tenemos, hasta el día 24 de agosto:
48 organizaciones políticas de izquierda.
95 organizaciones indígenas.
135 organizaciones sociales.
287 ong’s, grupos, colectivos.
1079 individuos.
286 en lo internacional.
Compañeros y compañeras de Colectivos, Grupos y Organizaciones No
Gubernamentales:
La gran mayoría de los asistentes el día de hoy son jóvenes, somos
jóvenes. Hay jóvenes en el calendario y habemos los jóvenes que nos
autodenominamos "jóvenes con experiencia", cuidando de no aclarar si la
experiencia es buena o mala. Hay también familias o delegados familiares
que están con nosotros hoy porque no podrán asistir el día que les
toca. Sean también bienvenidos.
El ser colectivo es también una característica mayoritaria. Y no me
refiero a colectivo como un grupo de personas, sino colectivo en el
sentir, en el decidir y en el hacer, es decir en el compromiso.
Los lugares donde resisten y luchan y sus modos son diferentes. Hay
colectivos de defensa de los derechos humanos, de lucha de género, de
análisis y reflexión, de arte y cultura, de estudiantes, de jóvenes
jóvenes, de defensa de los recursos naturales, de rescate de los saberes,
de respeto a la diferencia sexual, de maestros, de búsqueda de la
conciliación y la paz, del derecho a decidir sobre el propio cuerpo, de
salud, de zapatismo civil.
A nosotros nos parece que con ustedes nos entendemos bien. Y no es que se
dio así como así, o sea que, cómo luego se dice ahora: hicimos "click", o
que hubo "química". Fue algo que se fue construyendo, en algunos casos
desde antes del inicio de nuestro alzamiento. En estos casi doce años,
construimos, juntos, un lenguaje común, un modo de hablarnos y escucharnos.
Tal vez por eso es que ustedes nos entienden mejor. Y tal vez por eso
ustedes no se han tragado ese cuento engañabobos de que le estamos
haciendo el juego a la derecha y favoreciendo el regreso del PRI, como si
el uno y la otra se hubieran ido algún día.
Ustedes tienen su historia. Alguna ya la conocemos más o menos. Otras las
iremos conociendo en sus propias palabras y modos. Conoceremos su
experiencia. Porque es esa experiencia la que buscamos como ayuda y
compañía para la "otra campaña".
Hay más cosas en común: la experiencia en el trabajo pequeño, en el que
empieza con todo en contra, el que es ninguneado y despreciado por los
grandes. Bueno, no sólo despreciado, también calumniado y denigrado,
perseguido, encarcelado (como el ecologista preso en Guerrero, Felipe
Arreaga) y asesinado física y moralmente (como Digna Ochoa y Pável González).
Nosotros vemos en ustedes más de un espejo. Su rebeldía. Su desinterés y
sacrificio. Su nada esperar a cambio. Su pagar rigurosamente la cuota de
entrega que demanda la lucha por un lugar para los que no hay lugar. Su
empeño en construir algo mejor.
Algunos colectivos luchan con el análisis y la discusión; con la
información y la propaganda; con las leyes; con las movilizaciones; con
las denuncias; con las asesorías; con proyectos; con demandas; contando y
haciendo una historia en la que los que no tienen lugar encuentran su
lugar; cantando una canción que haga sentir y que haga pensar; con una
música que declare Municipios Autónomos en Rebeldía a los pies, los
brazos, la cintura, la cabeza, el cuerpo todo, y repita la ancestral
alegría del baile; con una pintura, una fotografía, un cartel, un video,
una película, una imagen que está siempre incompleta, esperando que una
mirada, un oído, un corazón le ponga la parte que le falta; con una
narración que no sólo es espejo de lo que fuimos o somos, también de lo
que queremos ser; con un ensayo, un análisis, un estudio, que muestra el
mecanismo oculto de un mundo que simula progreso escondiendo no sólo que
en ese progreso no están los más, también que ese progreso se construye
sobre la explotación, el desprecio y la represión de los más.
Si algo pudiera definir, en síntesis, a los que están hoy aquí es el doble
despropósito que los anima: el despropósito de emprender una lucha
gigantesca, y el despropósito de hacerlo con un grupo pequeño, con apenas
un puñado de mujeres, hombres y otr@s.
¿A quién se le ocurre luchar por los derechos de la mujer en un mundo
donde el patriarcado invade hasta el pensamiento llamado progresista?
¿Quién se atreve a defender los derechos humanos de quienes tal vez ni
siquiera saben que los tienen, y para lograrlo se enfrenta a autoridades,
militares, policías, carceleros, y a la apatía y el cinismo?
¿Quién comete la osadía de desafiar a los grandes medios de comunicación y
ensaya otra forma de producir y circular conocimiento, arte, cultura e
información?
¿A quién se le ocurre estudiar y analizar, y poner esos análisis y
estudios al servicio de los que son peatones en la autopista de la
modernidad, en lugar de contratarse en una gran empresa y engordar la
billetera y la conciencia?
¿A quién se le ocurre luchar por la paz en lugar de aplaudir las guerras?
¿A quién se le ocurre enorgullecerse y defender su diferencia cuando ésta
es vista como anormalidad criminal?
¿A quién se le ocurre ir a contrapelo de las modas y buenas conciencias y
decir "no" donde muchos dicen "sí"?
¿A quién se le ocurre sumarse a la "otra campaña" cuando hay campañas
electorales?
¿A quién se le ocurre adherirse a la Sexta en lugar de adherirse a un spot
publicitario?
¿A quién se le ocurre hacerle caso a la conciencia, y no hacerle caso a
las encuestas?
¿A quién se le ocurre ser rebelde con causa, en lugar de limitar su
rebeldía a un trozo de su calendario generacional?
¿A quién se le ocurre convertirse en pingüino si nació pollo?
Seguramente, los agentes que el gobierno, los empresarios y los partidos
políticos han enviado para que les informen lo que aquí pase, después de
oírnos a nosotros y después de oírlos a ustedes, escribirán en su reporte:
"Falsa Alarma. Nada de qué preocuparse. Son pocos, están locos, y no se
han dado cuenta de lo uno ni de lo otro. Fin del reporte."
Compañeros y compañeras:
Queremos aprovechar la reunión con ustedes para seguir explicando más de
la Sexta Declaración y de la "Otra Campaña".
La Sexta contiene una historia, es decir una experiencia, la propia, la
del EZLN. Esta historia contiene pasado y presente. Creemos que ustedes
han sustituido las partes que dicen "De lo que somos" y "De dónde estamos"
y han puesto ahí su propia historia, su experiencia. No sólo su historia,
también su modo de contarla, de explicarla y de explicarse. Creemos que,
por sus caminos y sus modos, llegaron a las mismas conclusiones de esas
dos partes: 1) recelo y desconfianza hacia arriba, y 2) constatar los
límites de la acción propia.
La Sexta plantea una concepción de la realidad. Una idea de lo que es el
mundo, el continente, el país, y el horizonte geográfico inmediato. Esta
idea es también, en su concepción, una toma de posición, es decir, una
definición: esto soy en este lugar, en este tiempo, con esta experiencia.
Suponemos entonces que comparten parte o la totalidad de esa idea sobre el
mundo, el continente y el país, y agregan la de su respectivo horizonte
geográfico inmediato, el reconocimiento de la explotación, el desprecio y
la represión, así como el reconocimiento de otras resistencias y
rebeldías.
La Sexta plantea un problema, el límite de la acción local, y plantea una
definición frente a ese problema. Dice "no" y dice "sí".
No a tratar de organizar sometiendo las sucesivas realidades en las que se
ubica el quehacer propio, no a subsumir, no a subordinar, no a absorber;
ni tampoco a organizar jerárquicamente las otras experiencias
organizativas. O sea no a hacer una organización nacional, una
continental y una mundial que absorban y subordinen a los otros en lo
local, lo nacional, lo continental y lo mundial.
Sí a reconocer que en la realidad propia y en las que ésta se incluye
(nacional, continental, mundial) hay otros esfuerzos, es decir, otras
organizaciones, con el mismo pensamiento y el corazón en el mismo lugar,
es decir, a la izquierda, pero con diferentes historias, es decir,
experiencias, pasados y presentes.
La Sexta plantea que el reconocimiento doble, el de los límites y el de la
existencia de lo "otro", obliga al respeto a la diferencia, al encuentro y
al acuerdo común.
Es así como la Sexta se define frente al mundo, frente a Latinoamérica,
frente a México y frente a nuestra localidad.
La Sexta invita a unión entre los que comparten esa definición con un
reto: otra forma de hacer política; un objetivo: construir un programa
nacional de lucha de izquierda anticapitalista; y un destino: una nueva
constitución, que es otra forma de decir, un nuevo acuerdo para una nueva
sociedad.
La Sexta propone un modo: escuchar y aprender. Y propone cómo hacer esa
escucha y ese aprendizaje: con "otra campaña".
Y hasta ahí. Pocas definiciones y muchas cosas por definir. Y, entre las
cosas por definir, está la de cómo nos vamos a organizar todos para esa
locura de caminar todo el país para escuchar y aprender de quienes son
como nosotros y resisten y luchan.
Hemos dicho antes, en la pasada reunión, que en cada uno de nosotros hay
una idea de la figura y el color de lo que será la "otra campaña", y que
ésta tendrá el color y la figura que acordemos entre todos.
El reto, pensamos nosotros por lo que hemos escuchado, visto y leído, es
encontrar una figura y un color que no signifique desdibujar ni desteñir
lo que cada quien es en donde es y con su historia. Una figura y un color
que pueda contener todas las figuras y colores que se congregan hacia un
mismo destino y con el mismo objetivo.
Como parte de ese reto, está el problema éste de la estructura
organizativa. Siendo esquemático, se abren dos grandes posiciones sobre lo
que debe hacerse para la "otra campaña":
Una, la estructura centralizada en decisiones y líneas de acción: se hace
esto y se hace así. Implica un centro de mando y una periferia de
subordinación. Es, sobre todo, una estructura de cuadros: a través de
ellos sube la información y el "sentir" de sus ámbitos de acción, los
lugares donde se mueven y actúan. Arriba se procesa la información y el
"centro" interpreta esos informes y "sentires", toma decisiones y da
indicaciones. Entonces, a través de los cuadros, bajan los análisis y
trabajos. Esta estructura se basa en el convencimiento sobre puntos
claves: una identidad que define, un objetivo común, un destino en el que
ese objetivo se logra, un plan para caminar hacia ese destino y llegar a
él, y un plan para concretar el objetivo.
La otra, la estructura amplia, sin jerarquías, que traza líneas generales
por consenso de los participantes, y deja a la iniciativa, creatividad,
imaginación e inteligencia de cada persona o colectivo la concreción de
esas líneas. No hay verticalidad sino horizontalidad. Hay acuerdo en un
objetivo común y, cada quien en su lugar y con su modo, es decir, con
autonomía e independencia, camina hacia ese objetivo.
Sobre estas opciones organizativas habremos de opinar todos y decidir
entre todos.
Les decimos esto porque, así como hay quien se preocupa por decidir o no
una orientación electoral, o sumarse o no a proyectos que ya existen,
crear o no frentes o agrupaciones, hay también quién se preocupa en cómo
nos vamos a organizar para la "tra campaña"
Ahora, ya para terminar, permítanme contarles...
Una pequeña historia
Este lado del terreno en el que nos encontramos se llama ahora Nuevo
Poblado Juan Diego. Es parte del Municipio Autónomo Rebelde Zapatista
Francisco Gómez. Pero no siempre se llamó así. Antes era una finca que
llevaba el nombre de "Santa Rita". La finca tenía alrededor de 6000
hectáreas y su último propietario fue el señor Adolfo Nájera Domínguez, de
Comitán, Chiapas, México. Hace mucho tiempo, en lo que fue "Santa Rita"
trabajaron los abuelos y padres de algunos de nuestros compañeros y
compañeras zapatistas. Trabajaban limpiando potreros y sembrando postes
para el alambrado del terreno. Les pagaban 7 pesos por una jornada que
iniciaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 6 de la tarde. 12 horas
de trabajo por 7 pesos.
Hace unos 13 años, cuando los habitantes de la comunidad de San Miguel
querían ir a pescar, recoger caracol o a cortar leña, el finquero Adolfo
no lo permitía. Para impedirlo tenía sus guardias blancas, vaqueros que
portaban armas para amenazar a los indígenas que no respetaran la
prohibición. El cerco de alambre en el que trabajaron sus padres y abuelos
12 horas diarias, junto con las armas de los guardianes de la finca, les
impedían a los pobladores de San Miguel el acceso al río y el paso por
brechas y veredas que atravesaban la finca. Ni ellos ni sus animales
podían poner un pie en cualquiera de las 6000 hectáreas.
Si alguna vez, por un descuido, se cruzaba un caballo u otro animal, las
órdenes del finquero eran claras: lo que estaba en su terreno era de su
propiedad. Así que los animales eran robados y escondidos en algún lugar,
hasta que el legítimo dueño se resignara a su pérdida.
Así era: los indígenas habían levantado, de sol a sol (y no en sentido
figurado), una cerca que los mantenía fuera. Fuera de las buenas tierras,
de la modernidad, de la justicia.
La comunidad de San Miguel hizo entonces una su asamblea y sacó el acuerdo
de pedir una plática con el señor Adolfo Nájera. Fue la comisión a hablar
con él y le plantearon, en buen modo, que a la población de San Miguel le
permitiera el acceso al río y que no molestara a los animales que se
pasaban a su finca. La brecha que dividía San Miguel de la finca Santa
Rita estaba aquí nomás, a unos 200 metros de donde ahora nos reunimos con
ustedes. El finquero nunca entendió y no les hizo caso. Se burló de
ellos, los maltrató, los amenazó y los corrió. Al otro día mandó reforzar
el cerco de alambre de púas. Para hacerlo contrató, por 14 pesos la
jornada de 12 horas, a los mismos indígenas de San Miguel. Las matemáticas
no son mi fuerte, pero me parece que la distancia entre los abuelos y los
nietos sería entonces de unos 30 ó 40 años y 7 pesos de diferencia.
Tampoco sé mucho de economía, pero creo que eso es lo que se llama
explotación.
La comunidad se reunió otra vez y se hicieron cuentas:
De un lado, estaban cientos de indígenas, con unas cuantas hectáreas de
malas tierras, llenas de pedregal y en pendientes donde no se podía ni
caminar. Las tierras de los indígenas eran ésas que se pueden ver allá:
una parte de la ladera de la Sierra de la Corralchén.
Del otro lado de la brecha estaba una persona con 6000 hectáreas de buena
tierra, en terrenos planos, fértiles y con buena agua.
Les decía entonces que en la asamblea de la comunidad hicieron cuentas:
poco y malo para muchos de un lado; mucho y bueno para sólo uno del otro
lado. Hicieron entonces lo que hacían todos los campesinos: solicitaron
parcela. Y, como dice la canción, solicitando parcela los años fueron
pasando. Sus comisiones recorrieron todas las oficinas del gobierno
federal, entregaron todo tipo de papeles, hicieron cooperaciones entre
todos para enviar comisiones a todos lados, aunque hubiera dado lo mismo
que no fueran. Nunca hubo solución a sus demandas de tierra.
Llegó entonces, a platicar con sólo algunos de los pobladores, un
hombre. Era él indígena como ellos, moreno como ellos, tzeltal como ellos,
mexicano como ellos. Su nombre de lucha era "Hugo", pero se hacía llamar
"el señor Ik’", jugando con el doble sentido de la palabra "Ik’" que en
tzeltal puede significar "negro" y "viento". El señor "Ik’" se llamaba en
realidad Francisco Gómez. Con su hablar pausado explicaba la explotación,
el desprecio, la represión. Hablaba de rebeldía y de organización. "Hay
una palabra", les decía el Señor Ik’, "que se llama zapatista y que habla
de que la tierra es de quien la trabaja y que debemos organizarnos y
luchar por nuestra libertad como campesinos y como indígenas y como
mexicanos que somos". Probablemente era ya la madrugada. Lo que estaba
platicando el señor Ik’ era secreto y había que cuidarlo.
Por eso el señor Ik’ caminaba de noche, hablaba de noche, se aparecía de
noche. Quienes lo escucharon esa vez, cuando la mañana no alcanzaba aún a
salpicar siquiera la oscuridad de la noche, dijeron que estaban de
acuerdo. Ya se iba el señor Ik’ y un compañero le dio una bola de pozol y
le preguntó: "¿Y cómo se llama nuestra organización?". El señor Ik’ metió
la bola de pozol en la morraleta y le respondió. "Todos nos llamamos
Ejército Zapatista de Liberación Nacional".
Se fue el Señor Ik’. Caminó otras noches, apareció en otros pueblos y
otras madrugadas lo encontraron hablando con indígenas de la región.
Primero unos pocos, luego decenas, luego pueblos enteros, regiones. Pero
no siempre fue así. Llegó el momento en que el Señor Ik’ ya no hablaba,
sino que escuchaba. Escuchaba la indignación y la rabia. Ya antes había
escuchado eso, pero entonces había una diferencia: eran una rabia y una
indignación organizadas en colectivo.
Escuchaba y caminaba otra vez de noche el Señor Ik’, y otra madrugada
estaba en nuestro cuartel, frente mío, tomando una taza de café sin
azúcar, no porque así nos gustara sino porque no había. El Señor Ik’
inició su plática con un informe de su último recorrido por pueblos y
asambleas. No era un informe de lo que había dicho, sino de lo que había
visto y escuchado. Terminó. Nos quedamos callados. El Señor Ik’, sin que
aparentemente viniera al caso, empezó a recordar otra madrugada, muchos
años antes, cuando apenas lo conocimos y acampamos cerca de su pueblo. Yo
le había contado entonces la historia de la lucha de Ulises contra el
gigante de un único ojo: Polifemo. El Señor Ik’ había reído de buena gana
cuando le narré la parte donde Ulises dice que se llama “nadie” y derrota
al cíclope. El Señor Ik’ recordaba la narración a su modo y me la estaba
contando de nuevo. De pronto se quedó callado, encendió un cigarrillo con
una varita que hizo arder en la leña del fogón. Quedó con la ramita
encendida un rato y luego me miró a los ojos y me dijo: "Oí, compañero
Subcomandante, de ahí que yo creo que ya va siendo la hora de nadie".
Como el Señor Ik’ entonces había decenas de compañeros, líderes naturales
de sus comunidades y de sus regiones, haciendo lo mismo que él y diciendo
lo mismo que él: "ya va siendo la hora de nadie". Era el año de
1992. Hicimos entonces la consulta. Se votó la guerra.
El año de 1993 se nos fue en preparativos. Llegó así mayo, 23 de
mayo. Aquí arriba, en esa sierra que se ve bien desde aquí, nosotros
teníamos un cuartel insurgente. Se llamaba "El Calabazas". Una columna de
federales había entrado a la cañada y, haciendo base en La Garrucha, había
subido a la sierra. Nuestras fuerzas y las federales chocaron. Después de
algunos combates, nuestras tropas se replegaron y fueron acogidas por los
pobladores de San Miguel y luego acompañados por ellos hasta una zona segura.
Todo el EZLN se replegó entonces. Según nuestro pensamiento, el alzamiento
debía iniciar cuando lo decidiéramos nosotros, no el enemigo. Desde mucho
antes habíamos aprendido que no debíamos nunca sujetarnos a los tiempos
del poderoso, sino que teníamos que seguir nuestro propio calendario e
imponerlo al de arriba. Así lo seguimos haciendo. Por eso se desesperan
con nuestro modo.
El primero de enero de 1994, ya era de día cuando todavía pasaban por esa
carretera las columnas de combatientes del EZLN rumbo a Ocosingo. Más de
1,200 hombres y mujeres del llamado "Tercer Regimiento de Infantería
Zapatista", más otro tanto del "Quinto Regimiento", pasaron por ésta y
otras tierras de la Selva Lacandona, les quitaron sus armas a las guardias
blancas de los finqueros y con ellas tomaron la cabecera municipal.
Después de varios días de combatir en el mercado de Ocosingo contra tropas
aerotransportadas del Ejército Federal, las tropas zapatistas se
replegaron.
Después pasó lo que pasó y la mayoría de ustedes lo saben porque fueron
actores principales.
Todas las fincas en esta zona fueron recuperadas y, después de 1995, sus
tierras repartidas por la Comisión Agraria del Municipio Autónomo Rebelde
Zapatista (MAREZ) Francisco Gómez. Sin pedirle permiso a nadie, los
indígenas zapatistas derrumbaron el cerco que rodeaba la finca Santa Rita
y las tierras fueron repartidas entre habitantes de San Miguel y del
poblado Ach’ Lumal, que quiere decir: tierra nueva.
Entonces los compañeros se reunieron y volvieron a hacer cuentas, pero no
de hectáreas, sino de muertos.
En la batalla de Ocosingo, el 2 de enero de 1994, cayó en combate un
compañero miliciano de San Miguel, cuyo nombre de lucha era Juan. En la
comunidad Nueva Estrella, otro compañero miliciano fue asesinado por el
ejército federal cuando la traición Zedillista, en febrero de 1995, su
nombre de lucha era Diego. Los compañeros pensaron, hicieron cuentas,
recordaron. El nuevo poblado tomó entonces el nombre de "Juan Diego".
Nombraron así no a la muerte, sino a la lucha.
Ésta es la pequeña historia que les quería contar sobre este lugar. Les
pido pues a todos los que ahora nos reunimos que saludemos a los hombres,
mujeres, niños y ancianos de "San Miguel" y del nuevo poblado "Juan Diego"
que hoy nos reciben. Saludémoslos con nuestro modo, con un aplauso.
Bueno compañeros y compañeras, lo que sigue es que nosotros escuchemos
ahora su palabra.
Muchas gracias compañeros. Bienvenidos.