Portada del sitio > Respuesta a una Intromisión
Hay una reciente especie de intervención, de introducción de materiales que no están acordes a las características de esta página, de intromisión gráfica-conceptual.Cualquiera puede darse cuenta de donde viene.Un lector corriente de bellaciao.org lo puede detectar.Y para no caer en los términos empleados y los instrumentos manejados por quienes usaron la vulgaridad y el insulto gráfico, preferimos poner a la luz lo que se conoce de quien es en última instancia el capo de esas y otras cosas peores.. Hay que ir a la cabeza, a quien de una u otra manera ordena. Por ello Ansel Moreno tomó y encomilló una parte del magnífico artículo de Roberto Bardini, (Bambu Press) publicado con el título de "Drogas,el Incendio y el Martillo".Los lectores de Bellaciao son suficientemente inteligentes y entenderán.Van tres comillas para que se separe el comentario del texto principal.Por supuesto, como lector que a la vez recomienda la página, estoy explicándoles a quienes han preguntado que estas son cosas de esperar en una página definidamente al servicio de una lucha mundial. Ansel Moreno
Texto de "Drogas,el Incendio y el Martillo" de Roberto Bardini
"""Cuando el primero de julio de 1973 se creó la Drug Enforcement Administration (DEA) por iniciativa del presidente republicano Richard Nixon, muchos escépticos bromearon acerca de que esas siglas querían decir Don’t Expect Anything (“No esperen nada”).
El año anterior a la creación de la DEA, curiosamente, el hijo de un notorio republicano de Texas había sido arrestado por posesión de cocaína: tenía 26 años y su padre -que había sido senador y representante en la ONU- era presidente del Comité Nacional del partido en el poder. El muchacho se llamaba George Walker Bush.
“Lo apodaban “El Descarado” y era un asno, mentiroso y desubicado. Asiduo consumidor de marihuana y todo tipo de droga [...], Georgie (como también le decían) no tenía la menor curiosidad intelectual por ningún tema, no le interesaban los libros, las ideas o las causas. No viajaba, no leía los periódicos, no veía los informativos, no iba ni al cine”, escribe Kitty Kelley en La Familia: la verdadera historia de la dinastía Bush, libro de 600 páginas publicado en 2004.
Kelley cita declaraciones de Sharon Smith -ex cuñada del actual mandatario, divorciada de Neil Bush- en las que afirma que el ahora responsable de la Casa Blanca consumía cocaína en la residencia de Camp David cuando su padre, George Herbert Bush, fue presidente de 1989 a 1993.
Ya en 1999, el escritor James H. Hatfield había publicado su premonitorio Hijo afortunado: George W. Bush y la creación de un presidente estadounidense, donde señala que Bush Jr. fue arrestado en 1972 por posesión de cocaína, pero que el expediente judicial fue eliminado por presión de su familia. El primogénito, afirma Hatfield, realizó un año de trabajos comunitarios en un centro de Houston a cambio de que desapareciera la “mancha”.
No cabe duda de que George W. Bush representa al ciudadano medio. De acuerdo con datos de organismos internacionales e instituciones vinculadas a la salud mundial, el 70 por ciento de los 290 millones de estadounidenses ha consumido o es adicto a alguna droga ilícita.
Según un informe del Overseas Development Council (ODC) de fines de los años 80, alrededor de 18 millones de norteamericanos fumaban habitualmente marihuana, cinco millones consumían cocaína y medio millón era dependiente de la heroína. Entre 1981 y 1986 el número de muertos vinculados al tráfico de drogas se duplicó y la cantidad de personas hospitalizadas a causa de estupefacientes se triplicó. Son datos viejos pero fidedignos, quizá más creíbles que el Reporte Internacional """
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