Por William Ospina
Suena extraño que los Estados Unidos, que andan repartiendo democracia y libertad a cañonazos por los arenales del Oriente Medio, y que se declaran enemigos feroces lo mismo de regímenes que no practican el sufragio universal al estilo norteamericano, como Cuba, y de los que según ellos, aun siendo elegidos democráticamente, no gobiernan de acuerdo con sus instrucciones, como Venezuela, hayan sido un aliado incondicional por décadas de uno de los regímenes más extraños y menos democráticos del mundo: hablo de la Arabia Saudita, que acaba de perder a su rey (...)