Portada del sitio > Gran Bretaña: barrios enteros privatizados
Gherkin (“El pepinillo”)
The Guardian. Poco a poco, con la excusa de la renovación urbana, barrios enteros de ciudades británicas pasan a manos de compañías privadas y de sus agentes de seguridad. El periódico “The Guardian” cuenta la experiencia en carne propia : uno de sus periodistas fue detenido en nombre de la legislación antiterrorista por haber tomado fotografías del Gherkin (“El pepinillo”), una construcción moderna célebre en Londres. “Este control y esta vigilancia de actividades inocentes (…) tienen lugar en toda Gran Bretaña, explica el diario, es el resultado del creciente control del sector privado en las ciudades. Así, Liverpool One, que comprende 34 calles en el centro de Liverpool, es propiedad de Grosvenor, la sociedad inmobiliaria de duque de Westminster, que ha alquilado todo el emplazamiento, incluidas las calles y las plazas públicas al Consejo municipal durante 250 años, “Están también los barrios Cabot Circus en la ciudad de Bristol, Highcross en Leicester o también Stratford City en Londres, “todos poseídos y gestionados por empresas privadas”. Para “The Guardian”, semejante fenómeno cuestiona los conceptos de “la vida pública, la cultura y la democracia, tal y como existen en la ciudades británicas desde hace 150 años”. De esta manera, en estas zonas de ciudades privatizadas, patinar, hacer picnic o incluso filmar o tomar fotos está a menudo prohibido, así como la mendicidad u organizar manifestaciones políticas. “En lugar de la diversidad de las avenidas, estamos creando enclaves estériles y de alta seguridad, controlados por policías privadas y videocámaras de vigilancia”, denuncia “The Guardian”, que lamenta que tan pocas personas sean conscientes del peligro. Muchos piensan que el carácter público de las calles es intocable. Ahora bien, en el siglo XIX, las ciudades estaban en manos de un pequeño grupo de propietarios privados cuyas policías controlaban los l accesos. El control público de la calle fue progresivamente ganado con el desarrollo de la democracia local y el descontento popular. “Hoy, esta evolución está siendo a la inversa”, advierte el diario.