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“Peligros Presentes”: ¿Paranoia o justificación?. La visión del mundo desde la perspectiva de los n
Publie le Miércoles 9 de marzo de 2005 par Open-PublishingPor Alberto Villanueva Arandojo.
Recientemente ha visto a luz la publicación española de la obra “Peligros Presentes”, de los autores norteamericanos William Bristol y Robert Kagan. En ella estos autores, dos de los teóricos -por decir algo- más representativos del llamado Movimiento Neoconservador, junto con otros ensayistas próximos a sus posicionamientos, como el ex-número tres del Departamento de Defensa, Paul Wollfowitz; reflexionan sobre las bases, función y finalidad de la política exterior de EE.UU. La reciente publicación de esta obra nos concede una estupenda oportunidad para tratar de acercarnos a los que se oculta tras las teorizaciones de los neoconservadores norteamericanos.
En contra de la opinión de algunos analistas; la teorización que se efectúa en “Peligros Presentes”, “ no es interesante por la profundidad de la ideas que refleja (en la mayor parte de los casos, de un simplismo insólito), sinó porque están siendo puestas en práctica desde el año 2000”[1]. La teorización de los neoconservadores estadounidenses es interesante no sólo porque esté siendo puesta en práctica, sinó por lo que se puede derivar de lo que no dice explícitamente.
La tesis preferida de los neoconservadores es la de que el peligro principal al que se enfrenta Estados Unidos en la actualidad es dormirse sobre sus éxitos[2], las amenazas para la preeminencia norteamericana no llegan de los “estados canallas”[3] o del terrorismo internacional sinó de la propia complacencia de los mismo americanos, tentados a recrearse en la inmensa superioridad militar que en la actualidad poseen sobre el resto de los estados. Como expresa Joaquín Estefanía “hay que estar siempre vigilantes “por si acaso” aparece un poder hostil regional que pudiera ser la base de otro poder global alternativo. Aunque no existan indicios racionales para ello[4]”.En contra de lo que el señor Estefanía opina, sí hay algunos factores mundiales que amenazan la posición de EE.UU. como principal potencia económica mundial; el problema es que son el resto del mundo occidental desarrollado.
En contra de lo que plantean algunos analistas hay que tener en consideración la situación, bastante evidente por cierto, de que la mayor parte de los enemigos potenciales que pueda tener Estados Unidos no son precisamente los “estados canallas”, las dictaduras tercermundistas, o el terrorismo internacional. Son los demás estados del capitalismo desarrollado, aunque en realidad los europeos no queramos asumir esto.
Las amenazas reales para los Estados Unidos, de donde realmente puede surgir un “poder regional” que amenace la preponderancia total de Estados Unidos, en básicamente de la Unión Europea, y en menor media Japón, China, Rusia e India. Cuando EE.UU. se plantea mantener una posición de preponderancia militar absoluta lo hace como una forma de mantener de manera derivada sus preeminencia económica, y conviene recordarlo; sin excluir nunca el uso de la fuerza, desde su posición de primera potencia militar de la tierra, contra cualquiera que la amenace, sea quien sea.
Aunque esta situación no es en absoluto nueva: como expresaba la doctrina estadounidense de defensa al definir al sus objetivos a principios de los años 90:
“Nuestro primer objetivo es prevenir el resurgimiento de un nuevo rival, ya sea en el territorio de la ex Unión Soviética o en cualquier otro lugar que plantee una amenaza como la que presentó anteriormente la Unión Soviética. Éste es un aspecto dominante que destaca la nueva estrategia de defensa regional y requiere que nosotros tratemos de evitar que cualquier potencia hostil domine una región cuyos recursos podrían, bajo un control consolidado, ser suficientes para generar una influencia mundial. Estas regiones incluyen a Europa Occidental, Asia Oriental, el Territorio de la ex Unión Soviética y Asia Sudoriental[5]".
Dicho de otra manera, las amenazas potenciales a la posición hegemónica de Estados Unidos proviene o de los factores tradicionales, Rusia, China, India, o, y esto es lo interesante, de sus antiguos aliados en la guerra fría. Como expresaba de manera algo ingenua el general Schwarzkopf respecto al reparto de influencias en Oriente Medio:
“El golfo Pérsico suministraba ya a Japón dos terceras partes de su consumo anual de petróleo, a Europa Occidental una tercera parte y a Estados Unidos un 10%. La región tenía un 65% de las reservas de petróleo conocidas en el mundo, de modo que saltaba a la vista que saltaba a la vista que su importancia para los países industrializados aumentaría necesariamente (...) No cabía duda de que tendríamos que seguir compitiendo por el petróleo de Oriente Medio durante muchos años, y que nuestros competidores serían algunos de nuestros mejores amigos: Japón, Inglaterra, Francia y Alemania[6]”.
Es decir, ya a finales de la década de 1980, antes del final de la guerra fría, algunos norteamericanos se planteaban la posibilidad de tener que competir seriamente con “algunos de nuestros mejores amigos” por el liderazgo y preeminencia dentro del sistema capitalista; de cara al ordenamiento económico mundial post-guerra fría. Dentro de un marco denominado de “fuerza asimétrica” EE.UU. algunos teóricos norteamericanos plantean a las claras la utilización unilateral de la fuerza como medio de mantener la preeminencia económica de EE.UU. sobre el resto del mundo. Sea contra quien sea. La guerra vuelve a ser la política por otros medios; y en absoluto la guerra es, a los hechos podemos remitirnos, un medio rechazable para alcanzar unos objetivos políticos determinados. Es más, la guerra llega ser un medio idóneo e incluso recomendable para alcanzar unos objetivos políticos y económicos[7].
Como planteaba de manera clara y directa una declaración estratégica del Departamento de Estado de EE.UU. en 2003: ”América posee, y se propone conservar, una superioridad militar tal que le permita responder a cualquier desafío bélico haciendo inútiles, en adelante, las desestabilizadoras carreras armamentísticas y limitando las rivalidades entre Estados al comercio y otros ámbitos de la misma naturaleza”[8]. Estados Unidos admite la posibilidad real, tal vez incluso la necesidad, de imponer desde la fuerza, si fuera necesario, un marco económico mundial accesible a sus intereses.
Y no está de más volver a reseñar que, básicamente, la amenaza potencial a la posición de EE.UU. como primera potencia mundial proviene esencialmente de la UE y Japón. Si bien, al menos por el momento, la acción directa contra los intereses económicos de la UE o Japón parece descartada como posibilidad inminente; lo que desde luego no lo está es la actuación militar en terceros estados en contra de dichos intereses[9].
Es decir, la utilización de la fuerza militar, avasalladora e incontestable, de EE.UU. en todo el mundo como forma de perpetuar su posición económica; aunque sea en contra de los intereses de sus teóricos aliados, como la UE o Japón. De otra forma: el posicionamiento militar de estados unidos en el planeta va dirigido directamente contra los intereses de la UE y Japón; por el hecho de que son precisamente éstos los que pueden amenazar en algún momento la posición de EE.UU. como primera potencia económica mundial.
Quines juzgan a la ligera las teorizaciones neoliberales y neoconservadoras provenientes del mundo anglosajón, sea a favor o en contra de las mismas, tiene que darse cuenta que éstas en última instancia, no tienen por objetivo defender los intereses del conjunto de la humanidad, ni siquiera los del bloque occidental desarrollado, sinó los de una parte muy concreta del mismo, y en particular los de unos sectores muy concretos dentro del mundo anglosajón.
Por muy burda o insostenible que nos pueda parecer a los europeos la cobertura ideológica que utilizan los EE.UU. lo cierto es que a ellos les funciona. No conviene olvidar que el objeto de las teorizaciones neoconservadoras o neoliberales no es convencer a los europeos, o a ciudadanos de terceros países, sinó a los propios norteamericanos. Desafortunadamente para nosotros, en el mundo actual, los demás contamos muy poco, o nada, para o frente a los Estados Unidos de Norteamérica.
En la teorización de William Bristol y Robert Kagan en “Peligros presentes” el propósito de todas las administraciones USA, como expresa Joaquín Estefanía, “es proteger las libertades americanas recibidas de Dios (...). El nacionalismo, causante de tantas guerras y destrucciones en el siglo XX, es distinto en los demás que en los norteamericanos porque Estados Unidos ha sido la primera nación en la historia que basó la esencia de su carácter nacional (como enuncia la declaración de Independencia) en un conjunto de principios derivados del derecho natural. (...) detrás de de su intento de extender sus ideales se encuentra la creencia (nunca mejor dicho lo de creencia) de que sus valores “son inalienables, universales, otorgados por dios”. Ante la lectura de estos textos, quien apela a la racionalidad como modo de pensar, puede preguntarse legítimamente si el auténtico peligro presente no es que estos iluminados gobiernen el mundo[10]”.
Joaquín Estefanía, si bien lúcido, olvida algunas situaciones: siendo racionales, y teniendo en cuenta que el objetivo de la política exterior de Estados Unidos es perpetuar su preeminencia dentro del concierto económico mundial -no esta de más recordar que los intereses de EE.UU. no tiene porque coincidir no ya con los de toda la humanidad, sino ni siquiera con los del resto de estados desarrollados-; dichas teorizaciones son, precisamente, totalmente comprensibles.
Son simple y pura cobertura ideológica para justificar, aunque sea de una manera que nos pueda parecer burda y pobre, pero que al fin y al cabo es eficaz, la actuación de EE.UU. en defensa de lo que los gobernantes y medios políticos americanos consideran sus “intereses nacionales”, y esto es básicamente su capital transnacional [11].
[1] Por ejemplo, ESTEFANÍA, Joaquín (2005), “La teorización del “por si acaso”, Madrid, El País, 5 de marzo de 2005, Babelia, p. 12.
[2] Cuando hablan de EE.UU. la mayor parte de los autores neoconservadores o neoliberales quieren decir el mundo occidental, si es que realmente son conscientes de que existe algo fuera de Estados Unidos.
[3] Signifique lo que signifique esta expresión
[4] ESTEFANÍA, Joaquín (2005), “La teorización del “por si acaso”, Madrid, El País, 5 de marzo de 2005, Babelia, p. 12.
[5] "Defense Planning Guidance, for the Fiscal years 1994-1999", citado por THAUBY GARCIA, Fernando. (1998) “Políticas de EE.UU en Latinoamérica. Lógica, prioridades y estabilidad”, en http://www.revistamarina.cl/revistas/1998/2/thauby.pdf.
[6] SCHWARZKOPF, Norman, H (1994) H. Norman Schwarzkopf: Una Autobiografía. Madrid, Globus, p. 304-305. Y esta reflexión tenía lugar en 1988.
[7] En la archiconocida expresión de Thomas Friedman, uno de los principales teóricos del neoliberalismo: “Para que la globalización funcione, América no puede tener miedo de accionar como la omnipotente superpotencia que es. La mano escondida del mercado no funcionará sin el puño cubierto de las fuerzas armadas. Mc Donnald’s no puede prosperar sin McDonnel-douglas, el delineante del F-15 y el puño cubierto que garantiza la seguridad de la tecnología de Silicon Valley, se llama, el Ejército, las Fuerzas Aéreas, las Flotas y las Marinas de los Estados Unidos de Améric”. (Citado por VILLANUEVA ARANDOJO, Alberto (2003), “Política exterior de EE.UU., gasto militar, y subdesarrollo”, Oviedo, AVA, p.31.)
[8] El País, número 9.428, sábado 22 de marzo de 2003, p, 17.
[9] Podemos referirnos, por ejemplo, a la red mundial de vigilancia de comunicaciones Echetlon, que propiciaba a los gobiernos de EE.UU., Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda el acceso a información restringida, en teoría de uso exclusivamente militar, pero que en realidad estaba destinada a salvaguardar, fundamentalmente, los intereses de las compañías comerciales anglosajonas frente a las europeas y japonesas. La información filtrada a Boeing, por ejemplo, costó a Airbus la pérdida de pedidos de unos 150 aviones a lo largo de los años 90. De igual manera costó al grupo Dessault contratos para la fabricación de unos 250 aviones de combate Mirage 2000 y Rafale.
[10] ESTEFANÍA, Joaquín (2005), “La teorización del “por si acaso”, Madrid, El País, 5 de marzo de 2005, Babelia, p. 12. La negrita representa cursiva en el original.
Tampoco estaría de más preguntarse, como afirma la Declaración de Independencia de los EE.UU., si la propiedad privada una concesión de Dios a los hombres, o si, por el contrario, responde a otros intereses, por ejemplo legitimar las desigualdades de renta.
Ahondando en esta postura: algunos teóricos neoliberales llegan a afirmar, amparándose en la revelación divina, que las políticas fiscales re-distributivas, o simplemente el mantenimiento de una presión fiscal elevada o progresiva sobre los tramos de ingresos más altos, es contraria al “Derecho Natural”; signifique lo que signifique dicha expresión. Cuando se recurre a “ordenamientos naturales”, naturaleza de las cosas, o derecho natural, como fuente argumentativa se suele estar ante otra forma de decir simplemente porque sí.
Resulta tremendamente interesante observar lo que algunos economistas liberales pueden llegar a considerar como natural en un momento dado; el ejemplo del sistema Monetario Binario podría resultar paradigmático. Cuando Gran Bretaña analizó seriamente la posibilidad de cambiar sus sistemas a una base decimal uno de los principales argumentos en su contra, vertido por lord Overstones, líder de la escuela monetaria, fue, como recoge Kindleberger, el siguiente:
“El sistema binario es “natural”, en contraste con el decimal, que es inventado. Los pesos y medidas utilizados por los británicos se adaptan al calculo binario, especialmente los cuartos de galón, las pintas, los cuartos de pinta, o las libras. Que dividen en 16 onzas. De ahí que sea natural tener una libra, una corona, una media corona, y, después, con un cambio, el chelín, la moneda de seis peniques, y la de tres peniques, y que sea preferible a otro cambio al nuevo penique (centésimo de libra)”
(citado por KINDLEBERGER, Charles P, (1993), Problemas Históricos e Interpretaciones Económicas, Barcelona, Crítica, p. 184).
Dejando aparte que el sistema británico no es binario, es una mezcla entre un sistema binario y uno duodecimal, dicha argumentación puede ser considerada ilustrativa de la validez argumentativa -ninguna- que tiene recurrir a ordenamientos o derechos “naturales”.
[11] No está de más preguntarse los intereses de qué “ciudadanos” defiende un gobierno que destina hasta el 31% de su gasto público a presupuestos militares, en lugar de a prestaciones sociales, mientras tiene 80 millones de ciudadanos sin acceso a un seguro médico. O cómo a la vez que la administración Bush no para de proponer recortes fiscales para los tramos de ingresos más altos, ésta misma no para de aumentar y expandir el gasto militar. Se recauda menos, se grava cada vez más a los menos ricos, y a la vez se gasta cada vez más dinero en presupuestos de defensa y menos en prestaciones sociales. Los intereses nacionales de los Estados los Unidos no son precisamente intereses del conjunto de sus ciudadanos.
“Intereses Nacionales de estados Unidos” es un eufemismo agradable para referirse a los intereses de su gran empresa y de su gran capital.
Para ilustrarlos que los medios políticos norteamericanos pueden entender como sus intereses me remito a otro contexto, cuando el que fuera director de la CIA trataba de justificar ante una comisión del senado de EE.UU. los presupuestos y costes de la "cara oculta" de la política exterior norteamericana:
“En las palabras del senados William Proximade: “Los Estados Unidos de América han mantenido, adiestrado y equipado, desde 1945, a más de 320.000 militares de 70 países independientes, cuyo adiestramiento costó a los contribuyentes estadounidenses unos 175.000 millones de dólares”. El que fuera jefe de los servicios operativos de la C.I.A., juez Webster, relataba, ante una comisión del senado, el motivo básico de dicho entrenamiento “Que los oficiales extranjeros identifiquen las metas de la política exterior de EE.UU. con sus propios intereses nacionales, entendiéndose esa política exterior de EE.UU., en primer término, como la protección de los intereses de las grandes empresas norteamericanas”.
(PROXIMADE, W y WEBSTER, J, citados por VILLANUEVA ARANDOJO, Alberto (2004), “Gasto militar en Latinoamérica (1945-2000). Gasto militar, subdesarrollo y política exterior de EE.UU en la Hispanoamérica”, Oviedo, Jornadas de Historia Contemporánea, p. 31-32)