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La OEA acuña un nuevo principio: LA NO INDIFERENCIA
Publie le Lunes 26 de septiembre de 2005 par Open-Publishing2 comentarios
La OEA acuña un nuevo principio: LA NO INDIFERENCIA
(¿argumento para la intervención?)
Por Rosana Lecay *
La Organización de Estados Americanos está acuñando un nuevo concepto: “el principio de no indiferencia”. Promueve que los países deben alzar la voz ante eventos en los estados vecinos en los que se determine que existe una falta al estado de derechos humanos.
Algunos países consideran que la OEA debe tener una participación más contundente para evitar la instalación de gobiernos “dictatoriales” en la región latinoamericana, sin embargo, la idea no es nueva, sino que viene desde la Segunda Guerra Mundial, debido a los inaceptables hechos acontecidos en la Alemania nazi.
Poco se sabe de este nuevo principio, del cual el embajador de la OEA afirmó que no sustituye al “principio de no intervención”, consagrado en la Carta de la OEA, sino que lo acompaña y toma cada vez más fuerza.
El gobierno del Presidente Bush está especialmente interesado en este principio y lo fundamenta sosteniendo que existen varios países en América Latina en los que la democracia se ha visto “debilitada” . Es importante resaltar que la Carta Democrática de la OEA del 2001 insta a sus miembros a ejercer una presión diplomática y colectiva sobre los miembros que violen el estado de derecho, sin embargo, el texto no es preciso y tiene dificultades para su implementación. La situación favorable a este principio se complementa con la existencia de países miembros en los que gobiernos electos de forma democrática asumen un rol cada vez más “autoritario” y se sienten protegidos por el “principio de no intervención”.
Y como ejemplos podemos citar la disolución de la Suprema Corte por parte del ex presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez o la apropiación de la Corte Suprema por parte del Presidente venezolano Hugo Chávez, quien incorporó 17 jueces que le eran incondicionales. En estos casos, la ausencia de la OEA fue manifiesta.
Ante esta situación, EEUU pretende consolidar un mecanismo que le permita a la sociedad civil alertar y denunciar amenazas a la democracia, propuesta que fue impulsada en primera instancia por el ex Presidente Jimmy Carter para evitar la tendencia a que los jefes de estado se encubran entre sí. Particularmente, un párrafo de la “Declaración de Florida” parece tener como destinatario al gobierno de Venezuela, instando a gobernar de forma democrática, respetando y garantizando los derechos y separación de poderes y ramas del gobierno independiente, y determina que “los gobiernos que no lo hagan deberán rendir cuentas”. Asimismo, se le solicita al Secretario General de la OEA que, en coordinación con el consejo de expertos externos y la sociedad civil, se diseñe un plan de acción que fortalezca la carta Democrática 2001. También solicita la creación de un comité de monitoreo de la democracia en cada país.
Entre los diplomáticos, tanto de Latinoamérica como de EEUU, se suponía que de estas propuestas se aprobaría la versión más ligera de EEUU y que Venezuela decidiría no entorpecerlo a fin evitar el aislamiento con las democracias de la región. Pero parecía evidente que habría un fortalecimiento de la exigencia de respeto al “principio de no intervención”.
Finalmente, Venezuela obtuvo una victoria diplomática en la Asamblea general de la OEA con el rechazo de la propuesta de EEUU para monitorear a las democracias de América Latina, lo que se consideraba como una injerencia en asuntos de orden interno.
El Ministro de Información venezolano, Andrés Izarra, reivindicó esta ”contundente victoria” y manifestó su esperanza de que “EEUU reflexione acerca de las políticas que viene aplicando en América Latina”. Según la analista Elsa Cardozo, profesora de la Universidad Central de Venezuela, las relaciones entre EEUU y Venezuela (su cuarto proveedor de petróleo), deterioradas desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, y en particular desde el breve golpe de Estado del 2002, en el que Washington se mantuvo al margen, se irán deteriorando cada vez más.
Mientras tanto, el auge de los movimientos indigenistas, los sentimientos antiimperialistas y antiliberales y la alianza Lula-Kirchner, consolida el eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas, referente para Iberoamérica y dolor de cabeza de la Administración estadounidense. A todo ello se suman el presunto apoyo del gobierno venezolano a la guerrilla colombiana (FARC) y al líder boliviano del Movimiento al Socialismo, Evo Morales. Estudios realizados por el Real Instituto Elcano, constatan que la influencia de Chávez es mayor en países con alto grado de inestabilidad política y social, como Bolivia, Perú y Ecuador. Chávez y Evo Morales han negado cualquier tipo de injerencia sin embargo es innegable la afinidad ideológica y se sospecha de cooperación económica. Otros casos en los que es posible pensar en presencia venezolana es el nicaragüense, donde el sandinismo se presenta como una opción afín, y el Capitán Humal de Perú, cuya similitud con Chávez pronostica un implícito respaldo venezolano. ¿Dónde se encuentra el pecado de este apoyo?. ¿Acaso el gobierno de Estados Unidos no da apoyo a quienes considera afines a su ideología? Brasil, Uruguay y Argentina parecen tener una posición más moderada. El caso de López Obrador en México ha mostrado un “populismo” ( a los ojos de quienes se sienten amenazados por la izquierda) que no parece acercarse a la radicalidad chavista, por lo que no representa una amenaza a la “estabilidad democrática de Latinoamérica”, según dejó entrever Condoleezza Rice.
En tanto, para EEUU, la preocupación sobre estos movimientos ideológicos se encuentra en el control de los recursos petroleros. La disminución de extracciones de gas en Bolivia hace que Brasil y Venezuela tengan la hegemonía energética en América.
Lo cierto es que la estrategia de EEUU contra Chávez deberá contar con la participación de otros gobiernos de la región, y esto no parece muy probable de inmediato, ya que parece tener un franco apoyo al respeto de su individualidad política nacional.
Tampoco es posible negar que el “principio de no intervención”, sustentado en el caso mexicano por la Doctrina Estrada de fines del Siglo XIX, fue soporte del fuerte presidencialismo aún vigente, a pesar de la tímida apertura democrática de este siglo. “No critico para que no me critiquen”, eso fundamentaba la fortaleza y arbitrariedad del sistema que se mantuvo por setenta años en el poder.
Sin embargo, el principio de “no intervención”, tal como lo sostuvo el ex Canciller Castañeda, debe tener matices diferentes en un contexto de globalización al que ningún país ha podido escapar, para lo cual la Reforma del Estado es un elemento indispensable, y un toro al que el “gobierno del cambio” no ha querido entrarle, ya que implicaría cierta pérdida de hegemonía presidencial, y esto parece ser un tema no negociable.
Más allá de las posiciones ideológicas, encuentros y desencuentros en el aspecto político, la comunidad internacional deberá plantearse la validez jurídica y el sustento racional que este nuevo principio conlleva. En particular, la aceptación de un fundamento de este tipo se presenta como la carta blanca para nuevas intervenciones arbitrarias por parte de los grandes poderes económicos y políticos. Cabe plantearse cómo subterfugios de esta naturaleza menoscaban el auténtico principio de la autodeterminación de los pueblos. El gobierno de los Estados Unidos parece seguir pensando en América Latina como en un grupo de infantes a quienes se le debe decir qué hacer y cómo pensar, como en los antiguos internados religiosos, en los que la denuncia de los compañeros se convertía en la salvación y la obtención de prebendas y beneficios para otros. Tal vez olvidan, que también Latinoamérica es un semillero de pensadores que determinaron acciones y conductas en toda la región. Es curioso notar cómo las “faltas del estado de derechos humanos” siempre son señaladas fuera de las fronteras de Estados Unidos, y casi nunca, dentro de ellas.
Basta recordar la palabras del Benemérito de las Américas, Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno, es la paz”. Solo resta que también ellos lo entiendan.
Septiembre 2005
*Rosana Lecay es investigadora de la Fundación para la Cultura del Maestro A.C.
Contactos a: rlecay@maestros.org.mx
Fuentes
Cascante M. (2005). El sueño bolivariano de Hugo Chávez se extiende por Sudamérica. www.analitica.com
El Universal, Colombia (9 de junio 2005). Bush y Rice, derrotados en la OEA: Rangel. www.analitica.com
El listin, R.Dominicana. (9 de junio 2005) Venezuela logra victoria en la OEA. www.analitica.com
Oppenheimer A. (7 de junio 2005). El principio de la no indiferencia. La Nación. Argentina.
Mensajes
27 de septiembre de 2005, 00:53
Me pareció excelente esta postura. Santiago
28 de septiembre de 2005, 22:15
Hay que recordar que EEUU no se distingue por ser respetuoso de los acuerdos internacionales tomados en el seno de las Naciones Unidas y que, cuando alguna regla, principio o acuerdo se les quiere aplicar a ellos, simplemente lo ignoran (No olvidar la guerra de Irak, disfrazada en los principios de democracia y libertad pero que en realidad solo pretende tomar el control del petróleo).
Asi que, CUIDADO con sus propuestas que aunque se enarbolan como principios democráticos, en realidad solo esconden sus propios intereses.
MUY BUENO EL ARTICULO de ROSANA LECAY
Javier Rivera S.