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Una sociedad en crisis y al borde de la locura

par Guillermo Almeyra

Publie le Martes 26 de junio de 2012 par Guillermo Almeyra - Open-Publishing

Hubo elecciones, pero el nuevo gobierno quedó atrapado entre la nueva fuerza de Syriza, más la resistencia a la extrema derecha y a los planes hambreadores de la UE, que llevarán a una aún mayor movilización social.

Guillermo Almeyra*

Los mercados reaccionaron con cierta algarabía ante las elecciones griegas del domingo, los miembros de la Troika (FMI, BCE, CE) respiraron tranquilos, el fantasma del no pago de la deuda y la ruptura del euro al menos por ahora salió de escena, sin embargo todo parece ser una salida momentánea, un ganar tiempo sin que se vea una salida real al drama griego.

País sin control.

Con una abstención del 40 por ciento, la Grecia que votó se dividió entre la derecha y la izquierda. Nueva Democracia, con un poco más del 28 por ciento, podrá formar gobierno aliándose a la derecha del Pasok (partido de centroderecha cuya izquierda se fue con Syriza) y tendrá mayoría en el Parlamento gracias a la ley electoral que le da un premio de 50 diputados más a la primera mayoría, pero no controlará el país. Syriza, la coalición de izquierda, que creció otros diez puntos a costa del Pasok y de los stalinistas del KKE, que perdieron la mitad de su porcentaje electoral, tiene menos electores que sus opositores pero, en cambio, cuenta con el apoyo de los sindicatos, de la mayoría de los obreros y de los jóvenes y puede movilizar el país, además de que, como eje de la oposición, seguirá creciendo.

Voto conservador.

El voto conservador, provocado por el miedo a la crisis fomentado por todos los medios de información y el gran capital europeo, favoreció a la derecha, pero no tiende a crecer y pesa menos que el voto militante de jóvenes, trabajadores, jubilados y desocupados, que no tienen nada que perder y se guían por la esperanza y que en los próximos meses crecerá ante el agravamiento de la situación social.

Desamparados.

La crisis social es gravísima: en las calles de Atenas viven ya 25 mil desamparados, los hospitales y farmacias carecen de medicinas, la desocupación juvenil llega al 50 por ciento y la general al 22 por ciento. Grecia tiene que pagar al contado, día a día, porque no tiene crédito sus importaciones de alimentos, combustibles, medicamentos, que no produce, el turismo -en pleno verano- cayó en un 70 por ciento, el dinero de la Unión Europea apenas basta para pagar sueldos y jubilaciones, además de los intereses de la deuda, que es cada vez más grande y más impagable. Por lo tanto, al ganar, la derecha no hizo más que obtener un nuevo y corto plazo, empujando los problemas un poco más allá, pero no ganó estabilidad.

Inestabilidad.

El gobierno conservador en los próximos meses deberá enfrentar su rápido desgaste, el crecimiento de Syriza y agudos conflictos sociales, cada vez más violentos, porque el 40 por ciento de abstenidos en las elecciones recientes será tironeado de ambos lados: por la izquierda, en las calles, y por el mantenimiento de un núcleo duro y militante de extrema derecha, nacionalista, racista, neonazi, nostálgico de la dictadura militar-fascista del general Metaxas, antes de la Segunda Guerra Mundial (Aurora Dorada mantuvo el 7 por ciento de los votos a costa de otros sectores nacionalistas derechistas).

Todo hace prever entonces que Grecia caminará hacia nuevas elecciones, que podría ganar Syriza, pero que lo hará en medio de una gran inestabilidad y una fuerte lucha social, que hará imposible las exigencias de la Unión Europea a no ser que ésta conceda una ayuda económica mucho más masiva que hasta ahora (cosa muy difícil, porque debe atender el derrumbe de España e Italia, que son mucho más grandes que Grecia) o que, para ahorrar esa suma, facilite el camino a un gobierno cívico-militar en Grecia, carente de consenso, pero muy represivo.

Solución aventurera.

Pero, para el capital europeo, al menos, esa "solución" aventurera sólo se daría en caso extremo porque, aparte del costo político de una dictadura militar para Alemania y el gran capital europeo, está el hecho de que Grecia ya derribó la que se impuso en 1967 y duró siete años. Pero, sobre todo, la conciencia de que un golpe podría provocar una guerra civil, tendría repercusiones políticas incalculables sobre las relaciones entre Grecia y sus vecinos -particularmente Turquía- y desbarataría los esfuerzos en pro de la construcción de la Unión Europea en todos los Balcanes y en Europa central retrotrayendo esa región a los años treinta, anteriores a la Guerra. En el caso de un golpe militar en Grecia y de la resistencia contra el mismo una crisis política y social como la del Medio Oriente se instalaría entonces en el bajo vientre meridional de Europa. Por eso Grecia es una papa caliente en manos de la UE y del gran capital financiero, ya que lo que está en juego supera con mucho el tamaño de la economía griega (que aporta apenas el dos por ciento del PBI de la UE) e incluso la enorme deuda griega con los bancos alemanes y franceses.

A la acción.

La nueva fuerza de Syriza, más la resistencia a la extrema derecha y a los planes hambreadores de la UE y sus sirvientes griegos, llevarán a una aún mayor gimnasia social movimientista autoorganizada en las próximas semanas. El trueque, nacido de los vecinos de varias ciudades, ya se practica en Volos y cinco ciudades más, se siguen ocupando empresas y talleres que cierran, ante los ataques nazis surgen grupos de defensa autoorganizados en algunos barrios populares. Este tipo de acción, defensiva frente a la crisis, ofensiva contra las políticas gubernamentales, es también una preparación de la resistencia popular contra eventuales aventuras golpistas o para imponer un gobierno de izquierda.

* Historiador y periodista

http://www.laarena.com.ar/opinion-una_sociedad_en_crisis_y_al_borde_de_la_locura-77303-111.html